Ocho de cada 10 mexicanos recurre a la automedicación, principalmente porque creen que no es tan grave. Arte, Andree Ávalos

Dr. Google, ¿qué tengo?

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8 de cada 10 chilangos se automedican porque creen que no es tan grave o no tienen tiempo de ir al médico.

ARTE: ANDREE ÁVALOS

Cuando su cuerpo es atacado por algún malestar, Juan Morales pone en acción el plan A: escarba entre los medicamentos que ha guardado de prescripciones médicas anteriores y consume una dosis, cada tantas horas, durante varios días, hasta que los síntomas desaparecen.

“A veces pienso que tengo algo, tomo la medicina y no me hace efecto”, dice.

En esas circunstancias, pone en práctica el plan B, que consiste en googlear sus síntomas en internet, buscar el nombre de padecimientos que coincidan con la descripción de sus molestias y encontrar las medicinas que solucionen el problema.

“Voy haciendo mi diagnóstico. De una u otra manera, le doy al clavo”, sostiene.

Para evitar generar resistencia a los medicamentos, Juan Morales se los administra él mismo mediante inyecciones.

“Pero como son shots que afectan al hígado, procuro no beber en esos días”, dice Juan, quien no tiene ningún tipo de formación médica. Así, va probando medicinas hasta encontrar cuál le surte efecto.

Casi a diario

De acuerdo con la Secretaría de Salud Pública federal, más del 80% de la población mexicana se automedica. Y, desde 2010, la Comisión Federal Para la Protección contra Riesgos Sanitarios (COFEPRIS) prohibió la venta de antibióticos sin receta médica con la idea de evitar su consumo sin vigilancia.

Sin embargo, medicamentos antiinflamatorios y analgésicos aún se venden sin restricción alguna.

La misma COFEPRIS advierte que los riesgos de la automedicación abarcan desde farmacodependencia y resistencia bacteriana a los antibióticos, hasta reacciones alérgicas y el retraso en el diagnóstico de una enfermedad grave, al inhibir los síntomas.

Lobsang Wong es médico general y afirma que constantemente recibe pacientes que toman medicinas por cuenta propia. Nunca ha atestiguado que, a causa de esto, algún paciente haya padecido consecuencias preocupantes, como un shock anafiláctico (choque alérgico). Aún así, recomienda no consumir remedios por cuenta propia.

“Lo más común es que a mi consultorio llegue gente que se automedica por malestares del estómago o de la gripa”, recuerda. También es frecuente que reciba a niños cuyos padres les suministran medicamentos como ibuprofeno o paracetamol.

“Me ha tocado que los mediquen porque piensan que tienen fiebre y no es así, porque su temperatura es de 37 grados y una fiebre debe alcanzar los 38.3. El riesgo es que, además de confundir fiebre con febrícula, los padres brinden a sus hijos dosis de medicamento que no van de acuerdo al peso del niño, lo que puede provocar hepatoxicidad”.

En 2016, el Centro de Opinión Pública de la Universidad del Valle de México (UVM) publicó los resultados de su segunda encuesta sobre la automedicación en el país.

Según el sondeo, 74% de los mexicanos entre 18 y 65 años consume medicinas y remedios caseros sin consultar a un médico. Las razones por las cuales incurren en esta práctica —de acuerdo con la encuesta— son: falta de tiempo para ir a consulta (27%), consideran que los síntomas no son graves (24%), carecen de los medios económicos para una consulta (11%), usaron previamente el mismo medicamento (9%), conocen de la existencia de la medicina (9%) o tienen algún conocimiento sobre el tema (9%).

Juan Morales, por ejemplo, se automedica por todas estas razones.

“Me enfermo seguido. No tengo tiempo ni dinero ni ganas de ir al doctor a cada rato. Ya conozco la misa que dan los doctores, los antibióticos que me recetan. También conozco mis síntomas y sé qué puedo esperar de cada medicamento”, afirma.

Mejor no tenerlos

José de Jesús Trujillo, director de la Agencia de Protección Sanitaria de la Secretaría de Salud de la Ciudad de México, advierte que ninguna práctica de este tipo es responsable: “La automedicación enmascara los
padecimientos, por no tener dosis adecuadas ni tiempo correcto de la ingesta”.

Además, comenta que las mismas dosis no funcionan para todas las personas, por lo que no recomienda consumir medicinas por consejo de familiares y amigos. De acuerdo con las estadísticas de la UVM, los padres suelen asumir el papel de médicos, al ser ellos quienes, según 34% de los encuestados, sugieren el tratamiento farmacológico.

Trujillo advierte que, quienes siguen los consejos de gente cercana, se arriesgan ante la posibilidad de ser alérgicos a los componentes de la medicina.

Para evitar la automedicación, la Secretaría de Salud de la capital, en coordinación con el Sistema Nacional de Gestión de Residuos y Envases de Medicamentos (SINGREM), implementó desde 2012 la instalación de cinco mil contenedores para medicamentos residuales (es decir, los sobrantes de un tratamiento médico), instalados en 122 centros de salud, 31 hospitales y cinco unidades administrativas de la Secretaría de Salud local, para que los capitalinos se deshagan de medicinas sobrantes y caducas.

Trujillo considera que la recolección en los contenedores ha sido exitosa: “Se han recolectado 402.3 toneladas. Eso habla de que la gente está dispuesta a colaborar”.

En cifras:

  • 80% de los mexicanos se automedica, de acuerdo con estadísticas de la Secretaría de Salud federal.
  • 11% de los mexicanos consume antibióticos por cuenta propia, según una encuesta.
  • 8% de quienes se automedican no sanó, reportaron los participantes de un estudio universitario.