La voluntad de narrar

Especiales Opinión
Por: Mauricio Torres

Ana Felker, ganadora del Premio Nacional de Periodismo en crónica, dice que este género es una gran herramienta para comprender el mundo.

FOTOS: LULÚ URDAPILLETA

Los primeros meses de 2001 fueron un parteaguas en la vida de Ana Felker.

En medio de las expectativas generadas por la alternancia en el gobierno federal y por el inicio de la presidencia de Vicente Fox, una caravana del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) llegó a la Ciudad de México para exponer las demandas de los pueblos indígenas, luego de un recorrido de cientos de kilómetros desde el estado de Chiapas.

Ana entonces era una adolescente y, junto con su papá, siguió el paso de los zapatistas por la capital. En ese periodo, se dio cuenta de cuánto interés sentía por los movimientos sociales y decidió que la mejor manera de acercarse a ellos y estudiarlos era hacerse periodista.

Hace una semana, 15 años después de tomar aquella decisión, esta chilanga se convirtió en la más reciente ganadora del Premio Nacional de Periodismo en la categoría de crónica, gracias a un texto en el que reconstruye un viaje precisamente a territorio zapatista: aquel que el escritor Juan Villoro realizó en 2015 para participar en un homenaje a su padre, el filósofo Luis Villoro, quien simpatizó con el EZLN y murió en marzo de 2014.

Cómo nace una crónica

La idea de escribir el texto, cuenta Ana, surgió cuando trabajaba en el departamento de difusión de El Colegio Nacional, del que Juan Villoro forma parte.

Entonces, el autor invitó a algunos integrantes de la institución a viajar a Chiapas para asistir al homenaje a su padre y Ana, quien había dedicado los dos últimos años a estudiar una maestría en Barcelona y antes había sido reportera para medios como la revista Chilango, encontró una buena oportunidad para “volver a soltar la pluma”.

El viaje duró apenas unos cuantos días. Durante ellos, Ana se dedicó a analizar aspectos como el camino para llegar a Oventic, el paisaje chiapaneco y los símbolos usados por los zapatistas. Todas sus observaciones las anotó en un cuaderno que, a su regreso, le sirvió de base para sentarse a escribir.

Ana publicó su crónica en una de las últimas ediciones impresas de Frente, un periódico cultural que se mantiene vivo en versión electrónica y en el cual vio un sitio idóneo para difundir su trabajo.

LEE LA CRÓNICA “EL ÚLTIMO VIAJE: LUIS Y JUAN VILLORO”

“Me interesaba mucho que Frente era un medio que permitía publicar un texto largo, y yo quería justo hablar del zapatismo, del contexto, hacer un recuento histórico y tener también espacio para delinear al personaje de Juan Villoro y su papá, y hablar de su relación”, dice Ana, quien considera que los periodistas mexicanos deberían organizarse para abrir más medios que den cabida a textos amplios.

“Creo que tenemos muy buenos cronistas en México, pero no hay espacios donde se permita hacer crónicas largas”, insiste.

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La sorpresa y el futuro

Ana, egresada de la UNAM, afirma que no guardaba grandes esperanzas de llevarse el Premio Nacional de Periodismo. Sin embargo, el día que se darían a conocer los ganadores —el pasado 21 de septiembre—, empezó a buscar información sobre el tema y se enteró de que habría una conferencia de prensa.

Entonces, decidió no esperar a que algún medio publicara quiénes habían ganado. Esa tarde, ella misma acudió al lugar del anuncio y ahí se enteró de que su crónica había sido premiada.

“En cuanto escuché mi nombre, me puse a temblar”, recuerda.

Después de la conferencia, empezó a enviar mensajes a sus familiares, comenzó a recibir felicitaciones de amigos y colegas, y regresó a la sede de la Fundación para las Letras Mexicanas, de la que era becaria.

Pasada la emoción del momento, ahora espera la ceremonia de premiación —el próximo 14 de octubre— y ya piensa en los proyectos que tiene en puerta, por ejemplo, una serie de ensayos sobre personajes de la ciudad vinculados de una u otra forma con el concepto de anonimato.

También desea escribir sobre los movimientos de protesta contemporáneos en varios países y, mientras pone en orden sus planes a futuro, tiene clara una cosa: quiere seguir escribiendo crónicas, un género al que le apuesta porque cree que, al reconstruir lugares, personajes y procesos, permite entender mejor los problemas sociales.

“Si lees una nota periodística de dos párrafos o de un párrafo de una masacre, como cada vez se están haciendo más, difícilmente vas a desarrollar empatía por las víctimas. En cambio, si lees una historia en la que sabes cómo eran esas personas, de dónde venían, de pronto las víctimas adquieren su dimensión humana y puedes comprender la situación”, dice Ana, convencida de que la fuerza de la crónica radica en que proviene de la inclinación humana por contar historias.

“Informar no es sólo dar datos o hablar de lo que pasa en Siria, en Uzbekistán o en México. Eso no informa a la gente. La gente está informada cuando conoce toda la situación y puede conectar y sacar conclusiones y generarse una opinión. Entonces, la crónica tiene esa ventaja: que es un sistema ancestral de comunicación”, concluye.

En cifras

  • 30 años tiene Ana Felker, ganadora del Premio Nacional de Periodismo 2015 en crónica.
  • categorías tiene el premio, entre las que están noticia, reportaje, entrevista y artículo de fondo.
  • 2002 fue el año en el que el premio tomó su carácter ciudadano; antes era gubernamental.