EL RETO DE LLEGAR EN BICI

Especiales

Ser universitario y entrar puntual a las clases es complicado en una ciudad con iniciativas de movilidad deficientes

ARTE: MICHEL LARIS

Los jóvenes son el grupo más atractivo para aplicar las nuevas políticas de movilidad y las universidades son el espacio ideal para probar cómo funcionan. Sin embargo, la falta de presupuesto y de voluntad han dejado en el camino proyectos que beneficiarían, en un futuro, a todos los capitalinos.

Si tomamos en cuenta que la CDMX concentra el mayor número de escuelas de nivel superior y la mayor parte de los estudiantes están en instituciones públicas:
—UNAM, IPN y UAM—, se puede deducir que es un sector que todos los días demanda un buen servicio de transporte.

Datos de la Encuesta Intercensal 2015, elaborada por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), indican que del total de estudiantes universitarios, el 65% tarda entre 30 minutos y dos horas para llegar a clase, siendo el Metro, Metrobús y colectivos los transportes que más utilizan.

Pero al ver que estas alternativas no son tan eficientes, las universidades han creado programas para facilitar la movilidad de sus alumnos. Algunos han funcionado, pero otros se han quedado a medio camino.

Es el caso de BiciPuma, “un servicio de préstamo de bicicletas intrauniversitario que funciona desde 2005. Lo utilizan 30 mil personas al día y recorren los 5 mil 980 metros de ciclopista de Ciudad Universitaria (CU)”, explica el director general de Atención a la Comunidad, Eduardo Guerrero.

Aunque el programa es exitoso, no ha podido extenderse a otra institución educativa, pues ninguna tiene las dimensiones de CU. A pesar de esto, las unidades Zacatenco, del Instituto Politécnico Nacional (IPN); Xochimilco, de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), y la Universidad Autónoma de la Ciudad de México (UACM) han buscado generar proyectos ciclistas para su movilidad.

En el caso de Zacatenco, se firmó un convenio con el Sistema de Transporte Colectivo (STC) para construir una ciclovía. El IPN asignaría el terreno mientras que el Metro pondría el dinero, las obras y mil 200 bicicletas; sin embargo, no se ejecutó.

Desde 2015, la UAM y la UACM tienen biciestacionamientos que, con el tiempo, resultaron insuficientes. “Nunca hay espacios para dejar las bicis. Hacen falta más espacios para dejarlas, porque en bici haces cinco minutos y en pesero tardas 20 en un mismo traslado”, comenta Eduardo Miranda, estudiante de la UAM Xochimilco.

La iniciativa que está a prueba
Para llamar la atención de universitarios, instituciones, vecinos y gobierno, y promover los transportes no motorizados, se lanzó un nuevo reto en la UNAM cuyo objetivo es muy claro: sobrevivir 22 días sin combustible.

Pero CU no fue el único espacio elegido, también algunas universidades de Puebla, Oaxaca y Chihuahua se sumaron.

Como parte del programa, se implementaron tres ciclovías temporales en la CDMX para conectar avenida Revolución, avenida Universidad y el Eje 10 con la UNAM.

¿La recompensa? La institución con la mayor cantidad de kilómetros recorridos recibirá infraestructura ciclista y bicicletas.

“Es un buen ejercicio porque los jóvenes tienen la condición física para usar la bicicleta. Además de que a futuro, cuando incluso tengan auto, serán conductores más responsables”, dice Areli Carreón, representante de Bicitekas, asociación que organizó este reto.

Pero no ha sido fácil. De acuerdo con Carreón, el rechazo vecinal a las ciclovías ha sido el principal problema, aun cuando se ha demostrado que los costos en transporte están asociados a la deserción escolar y que un carril de ciclistas puede ser la solución.

En la práctica, las políticas de movilidad no están bien entendidas. “Al menos en la zona de Cerro del Agua, donde circulan hasta 200 ciclistas por hora rumbo a la UNAM. Es difícil garantizar la seguridad de los estudiantes porque la gente bloquea con sus autos las calles y banquetas, pensando solo en su comodidad”, explica.

Lluvia de ideas VS el mundo
Con el auge del uso de la bicicleta, los estudiantes y egresados de distintas universidades se han acercado a la sociedad civil para presentar propuestas de movilidad. Algunas salieron de tesis e investigaciones de los mismos alumnos, pero nunca se ejecutaron.

“Han propuesto sistemas de movilidad viables en sus instituciones, pero por alguna razón —casi siempre económica— no se llevan a cabo. Ahora estamos en posición de rescatarlas”, dice Areli Carreón.

Por ejemplo, en la UACM la creación de una ruta desde el metro Tezonco al plantel en Iztapalapa, solicitada por alumnos, nunca prosperó. Lo mismo ocurrió con el proyecto “A la UAM en bici” en el que estudiantes propusieron llevar Ecobici a zonas como Periférico y Canal Nacional y reducir los tiempos de traslado en un 300%. Una posibilidad que supondría una mejora significativa.

Por desgracia, el tema presupuestal es el que ha frenado las políticas de movilidad. Del proyecto elaborado por Bicitekas y el Instituto de Políticas para el Transporte para la CDMX, que proponía la construcción de 643.5 kilómetros de ciclovías en 14 delegaciones, solo existe un tercio.

Por propuestas y retos de movilidad, los estudiantes y las organizaciones no paran. Al parecer el freno proviene de instancias a las que no les gusta cambiar de dirección.

En cifras:

    • 24.9% de los estudiantes de la CDMX provienen de otra entidad, principalmente del Edomex.
    • 4 transportes más usados para llegar a la escuela: colectivo, Metro, Metrobús y taxi.
    • 170 kilómetros de ciclovías tiene la CDMX. Apenas equivalen a un tercio de lo que la ciudad necesita.