Emilio Rojo Arizpe

No son para niños, son para jugar

Especiales

Estos jugueterías en la CDMX coinciden en que, sin importar que seamos adultos, nunca dejamos de jugar. Consiente a tu niño interior hoy y siempre con estos juguetes tradicionales y ayúdales a sobrevivir.

Por Daniela Barranco | Fotos: Emilio Rojo Arizpe

Sin dudarlo, un hombre de traje, con portafolios y cuyas arrugas evidencian que está en sus 50, entra a una de las jugueterías en la CDMX. Sabe a qué va: llega directo a buscar una pequeña avioneta de madera. “Este le va a gustar. Se va a poner muy feliz”, dice. Tras pagarlo, María —creadora de El arte de la ratona— pregunta quién va a jugar con él, para anotarlo en su bitácora de nuevos dueños. El hombre menciona un nombre y remata: “Tiene 57 años”.

De acuerdo con la Convención Internacional de los Derechos del Niño y la Niña, la infancia termina a los 12 años, cuando nos convertimos en adolescentes. Rosario tenía 15 años cuando todavía jugaba con sus muñecas. Iba en primero de secundaria cuando sus amigos y sus tíos le decían que ya no debía jugar con juguetes. “Ya estás grande”, escuchaba con frecuencia. ¿Acaso los mayores de 12 años ya no tienen derecho a usar sus juguetes? Álvaro Santillán —juguetero que abrió el taller Tlamaxcalli junto con Jazmín Juárez— opina todo lo contrario: “Los juguetes no son para niños, son para jugar”.

María cuenta que el rango de edad de sus clientes en El arte de la ratona va desde bebés hasta personas de 70 años. Por ello, sus juguetes no están específicamente pensados para niños, sino para todas las edades. Es por eso que los juguetes tradicionales sobreviven, “porque gustan”, dice, aunque también acepta que es un negocio difícil, ya que la artesanía no es valorada como debería.

Lo mismo piensa Álvaro, quien cree que la cartonería y los juguetes tradicionales se están perdiendo. Para él solamente quedan tres jugueteros en la ciudad: Carlos Retana, Carlos Chintete y ellos. Además, ese es otro de los problemas de los juguetes tradicionales, que ya no hay quien los fabrique. Sin embargo, cree que es un mito que a los niños no les guste este tipo de juguetes, lo que pasa es que “no tienen, sus papás no se los enseñan”.

Las jugueterías en la CDMX coinciden en que, sin importar que seas adulto, nunca dejas de jugar. “Tenemos un niño interior”, cuenta María. Hay quienes compran alguno para tenerlo en su librero o en algún lugar especial de su casa; “es una forma de consentirte”, dice la creadora de El arte de la ratona.

Todos los juguetes deben tener tres características importantes, explica Álvaro: ser de uso rudo, porque son para jugar; ser baratos, para que a los adultos no les duela pagar por un juguete que puede ser azotado o aventado en varias ocasiones, y que sea fácil de reparar, con materiales fáciles de conseguir. “Los juguetes que hacemos son como la mezclilla: sirven para todo. Los de colección son como un vestido de coctel, porque los usas una sola vez”.

Los juguetes son parte de las tradiciones de cada lugar y reflejan la cultura de cada sitio y suelen transmitirse de generación en generación. Los mexicanos están hechos de madera, de cartón, de fierro y hasta de telas.

Entre los más populares están el trompo, el balero, el yoyo, las muñecas, los carritos y las canicas. Cada una de las jugueterías en la CDMX trata de reinventarse y crear nuevos juguetes con los que, primero, los mismos jugueteros se diviertan. Entre las opciones hay robots, rompecabezas, trenes, cirqueros…

El arte de la ratona, una de las jugueterías en la CDMX

Hace un año, esta juguetería comenzó a crear juguetes de madera. Todo empezó porque María, quien es ingeniera mecánica, quería sorprender a su sobrino con un gran regalo de cumpleaños. Así se le ocurrió que ella misma fabricaría un juguete y creó a Leonardito, un robot de madera que se puede desarmar y que tiene un circuito de luz. Dio un giro en su vida y abrió El arte de la ratona, una juguetería donde la madera y la imaginación son sus principales materias primas y que está en Marsella 88, col. Juárez.

Todos los juguetes que tienen aquí son únicos, nunca repiten colores ni patrones. “El proyecto es que nunca dejemos de sacar cosas nuevas. Vamos a ir compitiendo con la imaginación”, dice.

Taller Tlamaxcalli

Desde hace 15 años, Álvaro y Jazmín abrieron el taller al público, pero llevan haciendo juguetes desde mucho antes. “Hacíamos cosas para Conaculta y otras instituciones —dice Álvaro—, pero nos dimos cuenta de que no hacíamos lo que queríamos. Antes éramos maquileros, ahora somos artesanos”.

Para él, el taller ha durado tantos años porque son “necios” y porque sí tienen mercado. Cuenta que hace muchos años, una pareja fue a comprarles juguetes para su boda y que, tiempo después, regresó para comprarles más, pero ahora para sus hijos.

“El juguete es todo lo que tú quieras”, dice. Álvaro no necesita decir que le apasiona ser juguetero, porque se nota. Agarra un calcetín y para él ya es una marioneta, comienza a hablar con otro tono de voz y hasta canta. El taller Tlamaxcalli está en Chihuahua 129, col. Roma.

¿Dónde más?

Además de estas jugueterías en la CDMX, hay otros lugares para comprar juguetes tradicionales. Entre ellos, el mercado de artesanías de La Ciudadela, en Balderas s/n, col. Centro; también en el Centro está el mercado de San Juan, en Ayuntamiento esquina con Aranda. Otro es el mercado de artesanías de Coyoacán, frente al jardín Hidalgo.