El estatus jurídico de un menor susceptible a una adopción puede disminuir sus posibilidades de hallar un hogar. Arte, Andree Ávalos

Niños en adopción lenta

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En la CDMX, el estatus jurídico de un menor puede retrasar su adopción varios años y disminuir sus posibilidades de encontrar hogar.

ARTE: ANDREE ÁVALOS

De acuerdo con cifras del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), en México existen 30 mil niños en casas hogar. Algunos son reinsertados en sus familias biológicas. Otros deben esperar hasta dos años para ser adoptados por una nueva familia.

El trámite de adopción dura en promedio tres meses. Lo que carece de agilidad es la resolución de la situación jurídica de los menores de 18 años, que puede tardar más de un año, y es el proceso que determina si los padres son aptos para cuidar a los infantes, o si quedarán a cargo de un familiar. En el último de los casos, este proceso determina si la familia biológica pierde la patria potestad.

“Los niños susceptibles de adopción se relacionan generalmente con averiguaciones previas por violencia, abandono y omisión de cuidados —explica Arturo Samperio, un abogado que desde hace 28 años se ha dedicado al tema de la adopción en la Ciudad de México—. Únicamente los niños cuya situación jurídica lo permite pueden ser adoptados. El número es reducido”.

En México no existe un padrón de niños adoptables y aún se desconoce el número exacto de infantes que se encuentran en las casas hogar, así como el número de familias que solicitan la adopción.

En 2014, el gobierno promulgó la Ley General de Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes, que contempla la creación del Sistema Nacional de Información sobre Niñas, Niños y Adolescentes, de modo que dichas cifras estén disponible.

Esa ley incluye también la asignación de deberes específicos para las dependencias de justicia y de atención a menores, lo cual supuestamente ayudaría a agilizar el trámite jurídico y la adopción.

“Previo a esta ley no existía comunicación estrecha entre la PGR, los Juzgados y los DIF estatales—dice Gina Ibañez, directora de Quinta Carmelita, una casa hogar que atiende a niños de entre cuatro y 10 años de edad—. El hecho de que cada una de estas dependencias trabajara de manera aislada provocaba que se alargara el proceso”.

Mientras tanto, los niños permanecen en el Centro de Estancia Transitoria de la Procuraduría General de Justicia de la Ciudad de México. Si la autoridad resuelve que la familia no es apta para atender las necesidades del menor, este es trasladado a una casa hogar del DIF o bien, de asistencia privada, donde, según la experiencia de Gina Ibáñez, pueden transcurrir hasta tres años en espera de un hogar.

Tanto el abogado Arturo Samperio como la directora Gina Ibáñez alertan de las consecuencias de que un niño no se integre de manera pronta a una familia: la dificultad para desarrollar afectos y el rezago en aspectos emocionales y cognitivos.

“Por cada tres meses que el niño permanezca internado en una institución, pierde un mes de desarrollo —advierte la directora de Quinta Carmelita, Gina Ibañez—. El rezago dejará huellas a nivel cognitivo, emocional y social”.

Innecesario el trámite largo

De acuerdo con el abogado Arturo Samperio, lo que ralentiza la resolución de la situación jurídica de los menores que sufren violencia o abandono es la integración de la carpeta de investigación de los casos.

“Los funcionarios de las fiscalías tardan en ser concluyentes en la investigación. Si actuaran con mayor agilidad en la expedición de la documentación que se requiere en un juicio familiar, los tiempos se reducirían”, dice Samperio.

Gina Ibañez considera que, si bien es necesario ser cuidadoso en la búsqueda de las personas indicadas para cuidar al menor, no significa que el trámite jurídico deba extenderse tanto.

“Es innecesario que se extienda tanto. En algunos casos que ha atendido Quinta Carmelita, la situación de los menores ha tardado hasta cinco años en llegar a una resolución”, dice Ibañez.

Expectativas irreales

Los especialistas explican que además de la agilización del proceso jurídico de los menores, hace falta fomentar la adopción desde una perspectiva humana y realista. De acuerdo con la directora de Quinta Carmelita, algunas personas que manifiestan su deseo de adoptar tienen expectativas de los niños que están fuera de la realidad.

“Ocurre que quieren niños perfectamente sanos y muy pequeñitos, cuando, lo que existe, son menores con una historia detrás, que han vivido situaciones que afectan algún área de su desarrollo y que, sin importar su edad, necesitan de una red de contención y apoyo familiar”, dice Ibañez.

Por ley, a las familias adoptantes se les realizan estudios psicológicos y socioeconómicos. Además, las casas hogar como Quinta Carmelita ofrecen talleres y charlas informativas para que los padres tengan conciencia de la realidad del niño y de ellos mismos en cuestiones económicas, familiares e, incluso, de pareja.

A lo largo del proceso también hay familias que desisten y no adoptan.

“Otros se toman un tiempo antes de tomar la decisión, pero cuando una familia llega a una lista de espera, es porque existe la seguridad de que quieren adoptar”, dice Gina Ibañez.

En cifras:

  • 25 solicitudes de adopción recibe al mes la casa hogar Quinta Carmelita.
  • 30 mil niños viven en casas hogar en el país, de acuerdo con el Inegi.
  • 6 solicitudes de adopción aprobó el DIF CDMX en 2014, de 34 que recibió.