La Orquesta Filarmónica: Una orquesta con identidad chilanga

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Con más de cuatro décadas de experiencia y 100 producciones, la Orquesta Filarmónica de la Ciudad de México es la más grabada de la historia nacional y ha sido reconocida a nivel internacional

Los techos de la sala son altos y decenas de luces iluminan a los músicos. Al frente de la orquesta, un hombre vestido de negro mueve las manos de izquierda a derecha, de arriba para abajo. Los brazos se deslizan, hacen dibujos en el aire que poco a poco se convierten en sonidos y melodías.

El hombre vestido de negro es Scott Yoo, quien, con una batuta y movimientos fluidos, guía a los 95 músicos que conforman a la Orquesta Filarmónica de la Ciudad de México (OFCM).

La Orquesta Filarmónica de la Ciudad de México fue fundada en 1978

Fue fundada en 1978 por la primera dama Carmen Romano, esposa del entonces presidente José López Portillo. Nueve meses después, por decreto presidencial, se le asignó un presupuesto por parte del Departamento del Distrito Federal y una sede: el Teatro de la Ciudad, donde se presentaron por primera vez el 14 de septiembre de ese mismo año.

A 40 años de distancia, la Orquesta Filarmónica de la CDMX registra más de tres mil presentaciones en las principales salas del país y en foros de EUA, Europa, Sudamérica y Asia, y ha sido dirigida por músicos como Fernando Lozano (fundador), Enrique Bátiz, Luis Herrera de la Fuente, Jorge Mester, Enrique Barrios, José Areán y, en la actualidad, Scott Yoo.

Como parte de su historia, ha sido reconocida como “la mejor de América Latina” por la Académie du Disque Français (considerada el Óscar de la música), es la orquesta más grabada en la historia nacional con 100 producciones, cuenta con una Luna del Auditorio y en 2001 fue nominada a un Grammy Latino.

Rescatar la memoria

Las primeras presentaciones estuvieron llenas de ovaciones, según muestran algunas fotografías y videos que la Secretaría de Cultura de la Ciudad de México ha empezado a rescatar como parte de un seminario de documentación.

A través de esas imágenes se logró ver que el primer concierto en el Teatro Esperanza Iris estuvo bajo la batuta del maestro Fernando Lozano y como solista al piano se presentó Guadalupe Parrondo. En aquel entonces, los conciertos estaban llenos de invitados especiales, el gabinete presidencial y la comunidad artística y cultural. Y con el paso del tiempo la curiosidad llegó al público en general.

“Hace 40 años, la ciudad tenía un circuito relativamente reducido de música sinfónica y eso se convirtió en una ventaja porque sus públicos eran muy asiduos y constantes. Los registros fotográficos que hemos hallado son contundentes al mostrar las salas muy concurridas, además de que muy rápido la orquesta se ganó un lugar en festivales nacionales como el Cervantino”, dice a Máspormás Roberto Mejía, director operativo de la OFCM.

En el corazón del Centro Cultural Ollin Yoliztli

Actualmente, el hogar de la Filarmónica de la Ciudad de México es la sala Silvestre Revueltas, del Centro Cultural Ollin Yoliztli, y en ese espacio se han presentado directores internacionales, además de reconocidos solistas como Martha Argerich, Narciso Yepes, Renata Scott, Plácido Domingo, Isaac Stern o Brigitte Nilsson.

La Filarmónica de la ciudad tiene miembros de más de una decena de nacionalidades; sin embargo, hoy en día la mayor cantidad de espacios los ocupan artistas mexicanos.

Otra de las peculiaridades de la OFCM es la forma en la que se elige a sus miembros: en cuanto a sus integrantes, se sigue el proceso de “selección ciega” en el que se convoca a una audición y preselección para que el día pactado, los candidatos se presenten ante los principales instrumentistas de la orquesta e interpreten desde atrás de una mampara para garantizar el anonimato.

Al final, el jurado selecciona y se da un periodo de prueba, pero son los músicos quienes eligen a los que obtendrán las plazas.

También, desde 2016 son la única orquesta en la que el director artístico es votado por los integrantes y después ratificado por autoridades de la CDMX: el maestro Scott Yoo, actual director artístico, fue el primero en ser elegido en la historia de la agrupación.

Consolidar la orquesta de la ciudad

Cada temporada se prepara un año antes. Los directivos artísticos, de operaciones y autoridades de la Secretaría de Cultura editan e imprimen un libro interno, en el que se planea la programación, repertorio, participantes y obras con quienes tocarán en cada concierto.

“Le llamamos nuestra ‘biblia interna’. Ahí estipulamos por adelantado lo que va a pasar todo el año. La creación de este documento y su consecuente seguimiento es la base de nuestra disciplina de trabajo”, dice Mejía Murillo.

Para el directivo, la música “es un acto liberador”, pero en la Ciudad de México sacar adelante la OFCM se convierte en un reto al estar en la urbe con la mayor oferta cultural del país y al buscar subirse a los avances tecnológicos que la mantengan a la vanguardia.

El reto de la orquesta mexicana

Asimismo, atraer públicos sigue siendo el gran reto que los ha hecho pensar en la posibilidad de cambiar, un poco, su estilo musical y sustituir algunas obras del repertorio histórico mundial por canciones más populares.

Sin embargo, ser la orquesta mexicana que más se presenta en el espacio público les ha dado algunas pistas de que, quizá, lo ideal no es cambiar los ritmos sino modificar su acercamiento con la gente.

“Nos enfrentamos a la duda de cambiar el repertorio, pero a veces nos encontramos con situaciones inauditas como el concierto ante 20,000 personas que dimos en el Monumento a la Revolución como parte del Festival del Centro Histórico. Fue impresionante ver a todos esos espectadores en total silencio durante 80 minutos para escuchar música desconocida para algunos. Después de eso, nos dimos cuenta de que no se trata de tocar otra cosa sino de crear experiencias y hacer que el público pueda vivirlas”, dice Mejía.

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