Una Julieta moderna y libre

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Cassandra Ciangherotti rompe esquemas al reinventar a la heroína del clásico de Shakespeare

FOTO: LULÚ URDAPILLETA

Nadie ha visto a Romeo y Julieta como un par de héroes históricos, pues su amor, aunque trágico, representó una lucha social: que las mujeres se casaran por ese mismo sentimiento. O al menos eso es lo que la actriz Cassandra Ciangherotti interpreta y escribe en una libreta que se ha convertido en su compañera de análisis teatrales.

Para ella, William Shakespeare rompió los prejuicios del amor y transformó a dos jóvenes enamorados en un ejemplo de libertad que permea la época actual.

“Si Julieta no hubiera existido en cierta época, aunque sea como personaje ficticio, a las mujeres no se les hubiera metido en el inconsciente que no deben casarse si no es por amor. Si los vemos en ese sentido, ella y Romeo son personajes heroicos. Tomaron una decisión terrible, pero ayudaron a la sociedad a entender algo fundamental”, dice.

Con esas reflexiones, una de las herederas de las familias Soler y Ciangherotti está convertida en una Julieta moderna, no solo por la obra que estrena y protagoniza, sino porque está convencida de que el amor pasional y desenfrenado debe ser experimentado para marcar un antes y un después en la vida.

“Yo creo que una vez que lo vives, hasta te puedes morir en paz. Pero si no lo has tenido, se vuelve obscena la muerte. Hoy, los chavitos de 17 nos dan lecciones, creen en el amor y lo viven en relaciones de pareja o de tres o más personas y nadie puede decir que lo que los mueve no es amor porque ese sentimiento te hace romper esquemas y ser diferente. Esto no lo estaríamos viviendo sin personajes heroicos como Romeo y Julieta”, asegura.

Genes gitanos

Para Cassandra, el amor va más allá de lo romántico. También es energía, es algo que motiva y encadena hechos como los que dieron inicio a una de las estirpes más reconocidas en el mundo actoral mexicano.

Su historia es curiosa: sus bisabuelos Domingo Díaz García e Irene Pavia Soler llegaron a México a hacer teatro en carpas, huyendo de la Guerra Civil Española, y ahí, entre escenarios, crecieron los ocho miembros de la dinastía Soler, quienes llevaron el teatro a todo el país y criaron a sus hijos tras bambalinas para convertirse en actores.

“Y se rumora que los papás de mis bisabuelos también hacían teatro en carpas. Creo que venimos de una generación de gitanos haciendo y amando el teatro”, cuenta.

¿Los apellidos y la historia familiar pesan? “No, no hay ninguna responsabilidad de mi parte, más bien los culpo de todos mis males. Mamé el arte de mis padres Fernando Luján y Adriana Parra, crecí en los teatros y del destino no escapé”.

¿Te hubieras dedicado a otra cosa? “Tenía otros intereses, como dirigir y escribir. También hubiera sido activista porque me gusta vivir en la realidad, aunque sea muy dolorosa. Pero sin duda el arte siempre habría estado en mi vida”.

Cassandra ha interpretado papeles de distintos géneros en películas como Los parecidos (2016), Las horas contigo (2014), Tiempos felices (2014), Tlatelolco (2012) y Paradas continuas (2008), entre otras, sin embargo, hasta hace un par de años empezó a asumirse como artista.

“Entendí que la propuesta del actor también es artística. Hoy disfruto más del proceso de hacer algo que del resultado, y aunque el reconocimiento a mi trabajo ha sido largo y complicado, voy en un camino en el que me involucro en proyectos que me retan, que me dejan algo y no me estoy peleando por salir en las portadas”, dice.

Aunque no ser mediática se traduce en dificultades al querer cobrar más por su trabajo, la Ciangherotti ve su lado bueno, pues le permite salir a la calle, observar a la gente y hasta subirse al Metro para crear y encontrar historias.

Dice que la CDMX ha sido una ciudad inspiradora, aunque al principio, cuando llegó de Morelos, le provocó un choque cultural. “Yo lloraba porque no me acostumbraba a un lugar tan grande, pero luego me di cuenta de que lugares como el Zócalo, Bellas Artes, el Museo de Antropología, Chapultepec y CU ponen a trabajar mi mente y me da paz estar en colonias como la Roma y la Condesa, aunque solo ahí parezca que el país sí funciona”, dice.

Libro del artista

Además de su trabajo, parece que Cassandra busca la inmortalidad de un modo peculiar: a través de una libreta convertida en un “libro de artista” en el que escribe y resguarda sus notas actorales.

El libro consiste en estudios y análisis elaborados a partir de su experiencia en el teatro, de lo que ve en los talleres que imparte y los arquetipos que ha descubierto de los personajes que representa.

Además de los aspectos teóricos, desgrana el trabajo que hace en cada puesta en escena y anota lo que funciona y lo que no al momento de interpretar.

Su sueño es que algún día, dentro de muchos años, alguien lo encuentre y le dé sentido. “Es un libro de introspecciones y pensamientos, igual y es una pendejada, la gente podría verlo y no ver nada, pero para mí es algo muy importante que refleja lo que he aprendido, lo que he crecido y el profundo amor que siento por lo que hago, por ser artista”, dice.

En cifras: 

  • 2007 es el año en el que debutó en cine con el remake de Hasta el viento tiene miedo.
  • 18 años tenía Cassandra cuando llegó a vivir a la CDMX proveniente de Morelos.
  • 10 hermanos forman parte de su familia, encabezada por el actor Fernando Luján.