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11/04/2021
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Sólo historias de mujeres

Maya Goded en su casa de Coyoacán, por Lulú Urdapilleta

La fotógrafa Maya Goded reflexiona sobre el papel de la mujer en la vida de la ciudad y cómo ha influido en su trabajo.

FOTOS: LULÚ URDAPILLETA 

Dice Maya Goded que solía viajar sola para tomar fotografías. Era una huida. “Todo problema se solucionaba comprando un boleto de camión y viajando lejos”.

Viajando o huyendo, da igual: el caso es que, en más de dos décadas, Maya Goded acumula kilómetros de desplazamiento en los que ha realizado diversos proyectos fotográficos. Los temas son variados: niños autistas en Francia, picaderos de heroína en  la zona fronteriza de Ciudad Juárez o la vida cotidiana en Bombay, India.

Pero también hay una constante en sus series: las mujeres.

Y viajar ya no se trataba de huir de los problemas, sino de enfrentarse a realidades complejas, todas vinculadas con la mujer.

Este año Goded estrenó su primer documental: Plaza de la soledad. Un filme de poco más de una hora donde la fotógrafa documentó la vida de las prostitutas en la Plaza Loreto del Centro Histórico y de las cercanías del Metro Revolución.

Son mujeres a las que conoce desde hace más de una década, cuando comenzó a fotografiarlas. Cuerpos arraigados a un espacio en particular de la ciudad.

“Cuando yo muera, quiero que esparzan mis cenizas en esta plaza”, se escucha decir a una de ellas en el documental.

“Los citadinos no nos hacemos parte de las calles”, dice Goded, quien comenta que se siente dueña de sus espacios íntimos, pero no de los públicos.

“En cambio, ellas [las mujeres que aparecen en su documental] organizan comidas, hacen los funerales de sus compañeras y se sienten con el derecho de esparcir sus cenizas en el espacio del que se han adueñado”, sostiene la fotógrafa.

De alguna manera, ella también se ha apropiado de ese pedazo de la ciudad. “Siento que esa parte del Centro es mía, porque la he fotografiado, me pertenece. El Centro es mi espacio”.

El cambio a través de la fotografía

Una fotografía es propiamente un encuentro consensuado.

“El fotógrafo y el retratado se encuentran por decisión— dice Goded —. Aceptan relacionarse, porque cada uno espera algo de esa situación”.

Nadie sale ileso de ese choque de mundos. “Si quiero entrar en la intimidad de una persona, no encuentro otra forma que ponerme vulnerable. El poder no lo ostenta quien lleva la cámara. Se intercambia entre uno y otro, porque se trata de un diálogo. Involucrarte, dejarte llevar, te arrastra a situaciones que te confrontan y te cambian”.

Goded recuerda en particular a una mujer que conoció en un picadero de Ciudad Juárez hace nueve años. “Te interesan ciertas personas, porque encuentras una conexión”. Y en este caso, ambas tenían en común la edad y la urgencia de modificar el rumbo de sus vidas. “Por supuesto, nuestras búsquedas eran distintas. Ella se sentía en peligro, presentía que la iban a matar y por ello deseaba dejarlo todo, cruzar la frontera y buscar a sus hijos”.

—¿Tú crees que las cosas pueden cambiar?— le preguntó la mujer del picadero.

—¡Por supuesto!— respondió Maya.

Pasó el tiempo y ocurrió lo que la mujer temía. La mataron. Maya aún recuerda ese diálogo con una certeza: hay cosas que no cambian, pero “necesitamos creer que sí puede haber un cambio en la vida y actuar en consecuencia, porque si no, la vida se vuelve un infierno”.

A veces ocurre que el desconocido al que se apunta con la lente asusta. “A veces, me da terror”, asegura Maya y enseguida enumera una lista de razones por la cual se teme el encuentro con el otro: que descubra tus debilidades, que te perciba frágil, que no ocurran las cosas como esperas.

“Pero, sobre todo, asusta la persona en sí misma. Porque el ser humano incurre en prácticas que pueden aterrorizar. Y cuando te enfrentas a él, te das cuenta de que no es tan lejano a lo que tú haces, porque también eres humano. Todo lo que me asusta del otro se debe a que yo también puedo ser eso”, reflexiona la fotógrafa.

Maya Goded en su casa de Coyoacán, por Lulú Urdapilleta

Cuestionar y entender

Desde su primera serie fotográfica, Tierra Negra (1992-93), realizada en la costa chica de Guerrero y Oaxaca, las mujeres tomaron importancia en el trabajo de Maya Goded. No fue una decisión consciente hacer un trabajo de género. En todo caso, las circunstancias la encaminaron a ello. “Cuando trabajo, me apego a las reglas del lugar que visito. Y desde entonces las leyes que seguía eran las de las mujeres”. Plaza de la soledad es la última de muchas series (como Las desaparecidas, Las Audaces, Welcome to Lipstick y Tierra de Brujas) dedicadas a retratar a la mujer y su contexto.

“Siempre molesta la mujer —dice Goded—. Molesta que trabaje, que sea dueña de un espacio y que se apropie de su sexualidad. Yo me cuestiono todo el tiempo los temas de género, porque de eso se trata la vida: de cuestionar y de tratar de entender”.

Para ello se sirve de la cámara. “Pero los seres humanos somos complejos. Cuando creo entender algo, resulta que no es así. Y hay que seguir trabajando”.

En cifras:

  • 9 son los proyectos fotográficos que ha realizado. Algunos en México, otros en Francia e India.
  • 10 premios y becas que ha recibido Maya Goded como distinciones por su trabajo.
  • 10 son los libros que ha publicado la fotógrafa para difundir parte de su trabajo más relevante.

 

 

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Periodista