Tomar clases sin entender

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 En la CDMX viven miles de niños indígenas, pero pocas escuelas les dan educación en sus lenguas maternas

ARTE: MICHEL LARIS

La tarde es calurosa. El agua que brota de uno de los bebederos instalados en el patio se impacta contra la boca de Juliana. La niña se seca con el dorso de la mano antes de saludar a Yenicsi Jiménez, la directora de la Escuela Primaria Alberto Correa, incrustada en la colonia Roma Norte, cuyo alumnado en el turno vespertino es, en una mayoría que alcanza casi el 70%, otomí. “Recítame tu poema a la bandera”, le pide la directora. “No. Me da pena”, responde la niña. El poema al que se refieren es en otomí.

En la ceremonia del 24 de febrero, Día de la bandera, Juliana y otra compañera, Valeria, lo recitaron, una, en otomí; la otra, en español. Pero Valeria lleva varios días de no asistir a la escuela. Murió su padre. Y de acuerdo con la directora, el ausentismo es uno de los problemas que afectan a esta escuela. En grupos conformados por 20 alumnos, hay días en los que solo llegan a clase cinco, principalmente en los de los primeros tres años de primaria.

La directora vuelve a pedir que recite ese poema “tan bonito”. Juliana toma aire y de su boca salen las palabras con delicadeza.

Si bien en la CDMX existen diversas escuelas que cuentan con alumnos indígenas, la Alberto Correa es quizá la más conocida. Yenicsi, la joven directora, lleva un año a la cabeza de la institución, pero sabe que en 2003 esta escuela fue el punto de gestación de un programa impulsado durante la presidencia de Vicente Fox destinado a atender a alumnos indígenas en su lengua originaria. 14 años después, el Programa de Educación Intercultural Bilingüe es apenas un recuerdo. Buenas intenciones que duraron apenas dos años, antes de que ya no hubiera presupuesto ni continuidad.

A inicios de la década pasada, este programa dirigido a las escuelas públicas del país fue impulsado por un área de reciente creación: la Coordinación General de Educación Intercultural Bilingüe (CGEIB). Tenía entre sus objetivos mejorar el rendimiento de los alumnos indígenas, utilizando su lengua originaria y el español. Pero en 2005 se dejó de implementar. Actualmente la escuela cuenta con un solo profesor que habla otomí y las clases se dan en español.

Para contrarrestar esto, desde hace un año, la directora del plantel, con la asesoría de la profesora María Adriana Maldonado, ha implementado actividades para preservar la lengua de los alumnos. Algunas tienen que ver con juegos, otras, con tareas escolares donde los niños deben preguntar a sus padres cómo se dicen ciertas palabras en su idioma. Otras más son los poemas, como los que recitan Juliana y Valeria.

Los alumnos de la escuela Alberto Correa son en su mayoría oriundos de Santiago Mexquititlán, Querétaro. Viven en predios cercanos a la escuela y trabajan de noche en la venta de cigarros y golosinas en los alrededores de la Roma y Zona Rosa. Son población vulnerable. La directora destaca que en la enseñanza se enfrentan con obstáculos como la desnutrición o las barreras del lenguaje: “palabras como ‘viñeta’, no están en su vocabulario”. También con la falta de apoyo de las familias y, sobre todo, con el ausentismo.

Debido a los largos periodos de ausencia de algunos alumnos, los profesores deben tomar acciones de emergencia para evitar que reprueben el grado: se recurre a trabajos extra, ensayos y acompañamiento. En el peor de los casos, dos o tres alumnos por grupo no podrán evadir la reprobación cuando termine este ciclo escolar. Pero tampoco existe una garantía de que los alumnos no se rezaguen en su aprendizaje.

“Si, pese a las condiciones adversas que viven, los alumnos logran concluir la primaria con mucho esfuerzo, eso ya es un éxito”, dice la profesora Maldonado.

Larga espera para ver avances
En la ciudad, escuelas primarias como la Agustín Rivera o Ponciano Arriaga (ambas en el Centro de la ciudad), cuentan entre sus alumnos con niños de comunidades indígenas. Sin embargo, la Administración General de Servicios Educativos de la SEP no posee datos que permitan conocer cuántos alumnos indígenas asisten a la escuela, cuántos profesores están capacitados para dar clases en sus lenguas originarias, cuánta es la deserción escolar de esta población o cuáles han sido las mejoras en su desempeño hasta el momento.

Pero hay datos que sí se conocen. Por ejemplo, en 2013 la exsecretaria de Educación capitalina, Mara Robles, refirió que 1 de cada 10 niños indígenas no asisten a la escuela primaria.

Para atender a aquellos que asisten, en algunas primarias se establece un servicio educativo titulado Unidad de Educación Especial y Educación Inclusiva (UDEEI), el cual atiende a alumnos indígenas, discapacitados, migrantes, niños con aptitudes sobresalientes, en situación de calle o que presenten alguna discapacidad, con el objetivo de mejorar sus habilidades.

No será sino hasta 2018 que la CGEIB, en coordinación con la UNICEF, ponga en acción un Proyecto de Atención Educativa a Población Indígena en Ciudades, cuyo piloto será implementado en 50 escuelas.

Mientras tanto, Yenicsi Jiménez se enorgullece de su gestión en la Alberto Correa: “Impulsamos a los niños para que conserven su lengua y terminen la primaria”.

En cifras:

  • 105 alumnos asisten a la escuela primaria Alberto Correa en la colonia Roma.
  • 63 de ellos son otomíes provenientes del estado de Querétaro.
  • 2 alumnos son wixáricas o huicholes, habitantes de los Altos de Jalisco.