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Desde hace 52 años, el planetario Luis Enrique Erro hace divulgación de la ciencia para niños y adultos

Este planetario y la Luna tienen algo en común. Más allá de los fenómenos astronómicos, comparten el nombre, pues tanto el cráter lunar ubicado entre las coordenadas latitud 6° norte, longitud 98° este, como el planetario reconocen al investigador Luis Enrique Erro.

Este astrónomo y escritor mexicano es uno de los fundadores del Instituto Politécnico Nacional (IPN) y del Observatorio Astrofísico Nacional de Tonantzintla (OANTON) en Puebla, en este último se encuentra el telescopio mexicano que ayudó a captar por primera vez en la historia la imagen de un hoyo negro.

Si eres de esas personas a las que les interesa escuchar sobre planetas y estrellas, que siente admiración por los astronautas, la carrera espacial y las naves que se han usado a lo largo de la historia para salir de la Tierra o te causa curiosidad aprender de las constelaciones, este lugar ubicado en la unidad Zacatenco del IPN, al norte de la CDMX, es perfecto para alimentar la curiosidad científica y hacer conciencia de que solo tenemos un planeta para vivir.

El primer planetario mexicano

En 1967, el Luis Enrique Erro fue el primer planetario en abrir sus puertas al público en México, diez años después del lanzamiento del Sputnik y dos años antes del aterrizaje del Apolo 11 en la Luna, en plena época de la carrera espacial. Es uno de los primeros (y más importantes) en América Latina y desde entonces su objetivo ha sido la divulgación de la ciencia.

Hace 52 años inició operaciones con un sistema óptico Carl Zeiss que únicamente hacía una representación de la bóveda celeste en el domo. Con el paso de los años se crearon proyecciones con diapositivas con shows narrados o actuados. 

“En 2007 tuvo una primera remodelación y un cambio de sistema. Se instaló un Digistar 3, que era una red de computadoras conectadas a seis grandes proyectores, con lo que se empezaron a proyectar películas digitales elaboradas por el área de producción del centro, y entonces pasamos a otra fase: de solo ver el cielo a generar productos que permitieran hacer divulgación científica”, explica José Juan Rodríguez, director del Centro de Difusión de Ciencia y Tecnología del IPN, área de la que depende el planetario.

Para 2016 se requirió una nueva remodelación por la obsolescencia de los equipos. Entonces se instaló el Digistar 6, un sistema moderno de proyecciones láser que solamente está instalado en diez planetarios en el mundo con el que se pueden hacer reproducciones de eclipses, simulaciones de la bóveda celeste al pasado y a futuro, e incluso se puede dar seguimiento al movimiento de la Tierra, que es de 36,000 kilómetros por minuto. 

Mezclar los conocimientos

En cuanto a las proyecciones en el domo, se realizan cada media hora y aunque el tema central es la astronomía, se tocan temas de física, biología, matemáticas, energía y óptica. Incluso actualmente cuentan con una película sobre el cuerpo humano.

Además de ellas, hay un espacio dedicado a la carrera espacial y los principales acontecimientos en esta materia a lo largo de la historia, las misiones y los hallazgos. En otra sala hay réplicas de un Sputnik, de un transbordador y otras naves a las que los niños pueden subirse. 

También se organizan eventos para sacar telescopios y hacer observaciones solares y de lluvias de estrellas. Hay talleres para niños y adultos, así como charlas y conferencias.

El planetario se ha enfocado en hacer llegar conocimiento al público, pues aún existen mitos relacionados con los fenómenos astronómicos, como que causan muerte, malformaciones, cataclismos o se asocian a la astrología, la suerte y las decisiones personales. 

“Como parte de una institución superior, damos a conocer la ciencia, pero a través de elementos comprobables. Hay quienes llegan a ofrecer conferencias sobre ovnis, pero hasta que no haya información científicamente comprobada no vamos a entrar a esos temas porque estaríamos generando mitos. A veces vende más el morbo de la ciencia que el conocimiento por sí mismo pero nuestro objetivo es trabajar con rigor”, detalla José Juan Rodríguez.

La astronomía no es una moda

En los últimos años todos hemos escuchado de nuevas misiones espaciales, lanzamientos, imágenes inéditas e investigaciones. También se ha hecho más común leer noticias donde se destaque la participación de mexicanos: los que trabajarán con la NASA, los que han hecho descubrimientos o los más jóvenes que obtuvieron alguna beca para hacer estudios en astronomía, física o matemáticas que aportarán en algún descubrimiento. 

A pesar de todo eso, José Juan Rodríguez, director del Centro de Difusión de Ciencia y Tecnología, asegura que no se trata de una moda sino de un proceso de evolución natural del conocimiento.

“Acabamos de conmemorar el 50 aniversario de la llegada a la Luna y recientemente vimos la foto del hoyo negro, pero todo esto no es moda, es que desde hace años se ha buscado desarrollar este conocimiento. Nosotros no podríamos hablar de herramientas inalámbricas si no existieran las salidas de la Tierra, de estar en una Estación Espacial donde difícilmente vas a poder generar energía eléctrica; no tendríamos las telecomunicaciones actuales si no se hubieran lanzado satélites; ni siquiera podríamos llegar fácilmente a algún lugar porque los GPS surgieron para ubicar a los astronautas en el espacio. Insisto, no es moda, la humanidad ha caminado hacia allá, y en eso también estamos entrando los mexicanos”, dice.

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