Contracultura pop | 2017 en cachitos (III)

Opinión

Con esta columna acabamos nuestro recuento aleatorio y análisis poco científico de fenómenos musicales que le dieron identidad al año que acaba de terminar. Después de este 2017 en cachitos, a lo que sigue: el 2018.

El dominio femenino
2017 fue un año de transformación radical en el epicentro de la industria del entretenimiento global, Hollywood. A partir de los reportes periodísticos del New York Times y The New Yorker, que hicieron público el abuso y acoso sexual que practicaba de manera ordinaria uno de los grandes productores cinematográficos de los últimos 30 años, Harvey Weinstein, muchas mujeres (y algunos hombres) tanto de la música como de la televisión, el cine, el periodismo y la comedia encontraron condiciones para expresar la forma y grados en los que otras personas en posiciones de poder habían abusado de ellas y ellos. Y cayeron muchos, más los que faltan.

En el mundo de la música, las condiciones no son distintas a otras ramas de la farándula. Los puestos importantes suelen ocuparlos hombres. Las mujeres que dirigen festivales, disqueras, medios de comunicación, agencias de representación o de promoción son excepciones. Sin embargo, hablando de la música misma, este año, me parece, hubo un claro dominio femenino. Por estos lares no me queda duda de que el artista de año es Natalia Lafourcade. En el hip hop surgieron voces como la de Cardi B (dominicana, que ha llegado con sus primeros tres sencillos al primer lugar de Billboard, lo cual no es menor), o Princess Nokia. En el R&B, ningún álbum brilló como Ctrl, de la talentosa SZA, o como el Take Me Apart, de Kelela. En el pop, la gran triunfadora fue Lorde. En el árido terreno del rock actual, algunos de los grupos más emocionantes cuentan con chicas en roles protagónicos, como Wolf Alice. En la electrónica, pocos discos tan impresionantes como el de Jlin. Habría que sumar a esta breve lista las obras maestras e inclasificables que nos despacharon este año Fever Ray, Björk y Annie Clark, mejor conocida como St. Vincent; según la plantilla de críticos de The Guardian, el reputado diario inglés, su disco Masseduction fue el mejor del año.

 

Lo cuestionable
Hay varios artistas que en este 2017 han dado tremendos resbalones. También han surgido algunos que inexplicablemente aparecen encabezando festivales sin que nada lo justifique, mucho menos su talento. Pero de todo lo malo y lo feo, este columnista escogió estos tres sucesos para comentar con ustedes:

Sép7imo Día, el espectáculo del Cirque du Soleil que tiene como materia prima las canciones de Soda Stereo. Fuera de la oportunidad de ganar plata, ¿alguien le encuentra sentido?

El disco de Luis Miguel: aunque tuvo buenas ventas —al parecer los fans del Sol siguen comprando discos compactos—, su regreso a bordo de un mariachi es artísticamente irrelevante.

Revival, el nuevo disco de Eminem, es un fiasco. A pesar de su talento lírico, de su capacidad para convocar a gente del calibre de Beyoncé en roles de reparto y a que tuvo todo el tiempo del mundo para hacerlo, a la mera hora este virtuoso entregó un plomazo.