La última de radio

En este espacio, repasamos durante las últimas semanas los finales de las distintas estaciones de radio de la Ciudad de México. Sucesos similares se han dado en el país con otros nombres pero en circunstancias más o menos similares. En Guadalajara, Sonido 103 o 103 Radical o 103 frecuenciadictiva dejó de programar alternativo para ser un eslabón de los 40; en Monterrey, D99 decidió dejar atrás mejores tiempos para experimentar con una radio edulcorada, con mayor cercanía al pastelazo televisivo de Multimedios que al pasado innovador de la frecuencia; en Acapulco, el 97.7 se esfumó ante el desconocimiento de un Ángel Aguirre que mató todo lo que podía rescatarse de la radio costera.

Hay esfuerzos que entran en revisión, el ejemplo es Reactor. Luego de un año de vaivenes, hace tres semanas que parece tener brújula.

Romina Pons ha decidido dejar atrás el recuerdo más no el público. La apuesta no está sencilla luego de la huida de mucho del talento conocido de la frecuencia. Los arreglos de programación hicieron que las piezas cayeran en distintos horarios y bajo formatos diversos.

Hay aciertos claros: el Warpig dentro del horario nocturno es una paloma necesaria. El reacomodo de Luis Pérez -en radio abierta, el locutor que más espacio le da al rock en español- y de Jorge Rugerio parecen buenos. Otros les falta cuajar y madurar, tanto a las propuestas de aire como a los locutores que, parece, aún no entienden que un turno de aire no es una cuenta de Twitter.

El proyecto debe de terminar su proceso de aceptación y reconocimiento de la audiencia, el cual verá sus primeros resultados en firme en un par de meses.

Meses en donde el monitoreo de lo que suceda en XHUIA será fundamental.

Para terminar, el suplemento Universitarios del diario Reforma publicó el pasado fin de semana una entrevista con los “responsables” del proyecto de 90.9. Los pongo entre comillas porque no estuvo convocado Manuel Venegas, cabeza visible de Ibero 90.9 hasta hace poco y, porque en realidad, el responsable final de este desastre de comunicación mediática no es otro que David Fernández, rector de la universidad.

Fernández es, según el artículo, quien ha pedido la transformación de la estación y hasta ha convocado a locutores externos para ello. Flaco favor a la escuela de comunicación de la institución que encabeza: incapaz -bajo esa filosofía- de crear voces interesadas en los temas y tonos que cree pertinentes.

Disfrazar una cacería de brujas como relanzamiento no es valiente, pero mucho menos acorde con el lema de la universidad.

La verdad los hará libres… siempre que esa verdad les convenga.

Penoso.