Entrego mi pluma, me bajo los pantalones

Opinión

Entraba, daba los buenos días y rogaba su atención para que en el primer día del curso conocieran las leyes de mi dictadura: “1) Pondrán celulares en modo avión 2) Tendrán 15 minutos de tolerancia para entrar 3) En la creación de sus reportajes sólo colocarán su grabadora frente a la boca de un político si esa boca va a responder un cuestionamiento que están por hacerle”.

La primera imposición del Taller de Comunicación Periodística sonaba natural: el profe no quería la atención en un romance por WhatsApp o un homicidio virtual en Grand Theft Auto, sino en el curso.

Las razones de la segunda imposición eran obvias: una puerta que se abre y cierra sin pausa despedaza la concentración, y sin ella no surge nada bueno en la vida. Pero la tercera extrañaba: ¿grabadora, boca, político, cuestionamiento?, pensaban los alumnos de la Ibero.

De inmediato repartía mi argumento, que en realidad no era mío. Les pasaba el ensayo del periodista Gideon Lichfield y leían “La declarocracia en la prensa mexicana”, que iniciaba así: “Abundó. Aceptó. Aclaró. Acusó. Adujo. Advirtió. Afirmó. Agregó. Añadió. Anotó. Apuntó. Argumentó. Aseguró. Aseveró. Comentó. Concluyó. Consideró. Declaró. Destacó. Detalló. Enfatizó. Explicó. Expresó. Expuso. Externó. Informó. Indicó. Insistió. Lamentó. Manifestó. Mencionó. Observó. Planteó. Precisó. Profundizó. Pronosticó. Pronunció. Prosiguió. Puntualizó. Recalcó. Reconoció. Recordó. Redondeó. Reiteró. Señaló. Sostuvo. Subrayó”.

Lichfield había compilado los sinónimos del “dijo” para explicar el cáncer de nuestra prensa: registrar el discurso de un funcionario y en la redacción transcribirlo alternando el abundó, enfatizo, prosiguió y los otros “dijónimos”: “A veces me detengo a la mitad de la lectura de uno de esos informes —escribió Lichfield— para imaginar al licenciado en pleno desembuche: expansivamente abundando, tenazmente argumentando, cuidadosamente considerando, sabiamente pronosticando. Puedo ver al periodista, rendido de admiración ante la magistral oratoria del licenciado, anotando todos los detalles”.

Fin de la lectura y vuelta a la clase, donde concluíamos: reproducir un discurso oficial no sólo es pereza sino a) Llenar páginas de aburrimiento (¿a quién en el mundo le atrae lo que expectora un encorbatado que embarra su trabajo de autoalabanzas?) b) Poner al medio a disposición del funcionario c) Usar al medio como caja de resonancia para catapultar al político repitiendo (normalmente) mentiras que perpetúan el desastre de nuestra nación.

En síntesis, repetir lo que dice un político sin atacarlo con datos o reflexiones es bajarse los pantalones: haz conmigo lo que te plazca: yo, periodista, a tu servicio estoy.

Pero en ese rol servil la prensa evoluciona.

LEE LA COLUMNA ANTERIOR DE ANÍBAL SANTIAGO: FIDEL: TRAICIÓN DE MI SUPERHÉROE

Hace poco, sobre la calle Limantitla, a punto de dar vuelta con mi auto en Insurgentes Sur, volteé a mi izquierda. En un luminoso parabús, la portada de la revista política Miled promocionaba su número del 21 de agosto con el gobernador Eruviel Ávila junto a una guapa joven. El enorme encabezado era: “Grandes logros en el Edo. Méx”.

Ya en casa, atacado por la curiosidad puse en Google: “Eruviel y Miled”.

Aquí las notas de ese semanario que surgieron en la pantalla: “Beca Eruviel a ganadores de la Olimpiada” | Abren sistema bilingüe en cuatro universidades: Eruviel | Inaugura Eruviel del Centro de Control, Comando, Comunicación, Cómputo y Calidad en Ecatepec | Entregó Eruviel Ávila tarjetas de apoyo en Atenco | Eruviel Ávila pone en marcha planta de autopartes”.

Esta semana supe de más pantalones en las rodillas aunque quien estaba atrás de la piel desnuda era un delincuente: el Grupo Editorial Sánchez Macías de Veracruz recibió del gobernador Javier Duarte 230 millones de pesos para divulgar obras y políticas del gobierno. Otros pagos millonarios incluyeron al diario AZ y a una decena de medios más, por cientos de millones de pesos.

Y podemos seguir con la multitud de espectaculares en todo el país de la revista Campaigns Elections con el gobernador Graco Ramírez en la portada junto al encabezado “Transforma Morelos”, o la publicación Líderes Mexicanos con su portada “Rafael Moreno Valle, el nuevo presidenciable”.

Aunque no tengo certezas para acusar, como un simple radioescucha a mí me asombran los “Comentarios a la noticia” de López Dóriga en Radio Fórmula. Día a día, un riguroso espacio para las acciones gubernamentales.

Hemos pasado de los dijónimos a la prostitución descarada.

Dijo Groucho Marx: “Estos son mis principios. Si no le gustan, tengo otros”, histórica sabiduría hoy enriquecida por cierta prensa nacional: “Mi principio es la libertad de expresión. Si no le gusta, tengo otro: aquí tiene mi número de cuenta”.