Contracultura Pop | El futuro está en el pasado

Opinión

Hay millones de canciones en nuestros bolsillos, acompañándonos a todos lados. ¿Y lo demás? ¿Las letras? ¿Las portadas? ¿Las fotos? Parecería que su vínculo con la música se ha roto. Y sin embargo, surgen nuevas herramientas para redondear la experiencia

Cuando Steve Jobs presentó el primer iPod, en octubre del 2001, fui de los que vimos con cierto escepticismo el aparatejo que prometía la posibilidad de cargar con 1,000 canciones en el bolsillo de nuestro pantalón. Pero conocerlo fue quererlo. Además, la capacidad de su disco duro rápidamente se fue ampliando y pocos años después ya eran 10,000 las que se podían almacenar. Perfecto para un melómano como su servilleta, que solía viajar cargando una pequeña maleta llena de CD’s a donde fuera.

Las plataformas de streaming (YouTube, Spotify, Apple Music o la que les guste) ampliaron la riqueza a cambio de una modesta suscripción mensual. Además de permitirnos cargar a todos lados nuestra propia colección, ahora se nos posibilita acceder, como si fuera nuestra, a cualquier hora y desde cualquier lugar, a una biblioteca con millones de títulos, por medio de nuestras computadoras y nuestros celulares. Se ganó conocimiento, variedad —algunos, otros solo utilizan estos servicios para escuchar “Despacito” en un loop infinito— y, en mi caso, valiosos centímetros cúbicos de mi pequeño departamento al que ya no le cabía un disco más. Pero se perdió la experiencia del objeto físico. De disfrutar, al mismo tiempo que se escucha por primera vez la música de un disco, del arte de la portada y las fotos o ilustraciones interiores. La lectura de los nombres de músicos y técnicos participantes (lo cual, para ñoños como su servidor, es importante) y, por supuesto, de las letras. Y sí, hay sitios como el gran Genius.com donde se reúne buena parte de esta información y más —por ejemplo, muchos de los autores de las canciones, principalmente de hip hop, explican ahí de qué se tratan sus letras o fragmentos de ellas—, pero la verdad es que no es lo mismo. Lo que rodea a la música es parte de la obra y hasta de la visión de muchos artistas, no son las canciones y ya. O era. Eso se ha ido perdiendo con el tiempo.

Sin embargo, hay intentos notables por recuperar la experiencia. Destaco lo que están haciendo Tribalistas con el auspicio de Facebook y Spotify. Antes, un poco de contexto: estamos hablando del súper grupo que componen tres figuras muy notables de la música brasileña: Marisa Monte, Arnaldo Antunes y Carlinhos Brown. Hicieron un disco en el 2002 que vendió millones de copias, tanto en Brasil como en el mundo, y después cada uno siguió trabajando por su cuenta; se asumió que ese disco sería el único. 15 años después han decidido retomar el proyecto, sorprendiendo a propios y extraños. Este mes habrá un nuevo álbum y, por lo pronto, ya están circulando cuatro canciones, algunos videos e información al respecto en medios, servicios de suscripción y redes sociales.

Y, aquí lo innovador, han echado a andar, por primera vez, algo que se llama Hand Album (¿álbum manual?) al que se puede acceder solo por medio del teléfono a través de Facebook y que fue creado con una herramienta llamada Canvas que generalmente se emplea en publicidad. Uno se va a la página de Tribalistas (con escribir su nombre en el buscador de la red social es más que suficiente) y ahí se encuentra este producto, que francamente me ha dejado impresionado por lo bien que funciona. Así lo explicó Christian Róças, desarrollador creativo de Facebook, a la edición brasileña de Rolling Stone: “Conversando con Marisa, Carlinhos, Arnaldo y otras personas involucradas en el lanzamiento del disco, recibimos el desafío de construir una herramienta que diera un nuevo significado al álbum digital, compilando canciones, videos e información en un solo lugar”. Y así, mientras uno escucha las canciones, en este caso vía Spotify, puede disfrutar de todo: ficha técnica, letras, créditos. Como en los discos de antes, pero mejor. Espero que sea el primero de muchos, el arranque de una tendencia y que otros artistas empiecen a usar esta u otras herramientas similares que les ayuden a redondear la obra.