El sexismo en el cine mexicano

Opinión
Por: Lydia Cacho

No, no hablaré de Pedro Infante, sino de Patricia Arquette y de Rafael Tovar y de Teresa. Cuando en 2015 Patricia recibió el Oscar como Mejor Actriz de Reparto subió a recibir la estatuilla y dedicó el premio a todas las mujeres que pagan impuestos, que trabajan y siguen viviendo bajo las reglas de la desigualdad. Meryl Streep vitoreaba desde el público al igual que cientos de personajes del mundo cinematográfico que tienen claro que a las mujeres, incluso a las más famosas actrices, les pagan 40% menos que a los hombres. Sharon Stone ha hecho declaraciones impresionantes sobre cómo su nombre llena la taquilla y siempre le han pagado mucho menos que a sus coestrellas varones. La actriz Jennifer Lawrence, estrella de American Hustle, ganó 40% menos que Bradley Cooper, quien al enterarse manifestó su indignación. A Rooney Mara, la estrella de La chica del dragón tatuado, le pagaron menos de la mitad que a Daniel Craig y ella fue la nominada al Oscar.

Muchos hombres se han sumado al llamado por la igualdad de género en el mundo cinematográfico, pero los que deberían moverse porque tienen la responsabilidad y el poder para cambiar las cosas no lo hacen. El secretario de Cultura Federal, Rafael Tovar y de Teresa, no ha escuchado el llamado de cientos de mujeres directoras y productoras para detener la flagrante discriminación de entrega de recursos para el fomento cinematográfico.

En México, de los apoyos entregados por FOPROCINE y FIDECINE entre 1998 y 2016, los proyectos de mujeres directoras recibieron solamente 18.6% del apoyo económico mientras que el entregado a hombres directores fue de 81.3%. A lo largo de estos años las realizadoras mexicanas han escuchado en las oficinas federales frases como “es película de viejas”, “las viejas no saben dirigir”, “otra vez temas de viejas, chick flicks”, y no hay transparencia en los criterios de asignación de recursos. Las opiniones personales de ciertos miembros de las instancias federales son violatorias de la Ley General de Acceso a las Mujeres a Una Vida Libre de Violencia, que incluye el derecho a las mujeres profesionales a recibir recursos públicos para proyectos culturales. Resulta ofensivo, sexista y directamente retrógrada pensar que la narrativa y mirada cinematográfica femenina no tiene aportaciones vitales para la sociedad en su conjunto.

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Es claro que la discriminación de género se hace patente en todas las áreas de la vida pública y está generalizada, tal como lo demuestra el INMUJERES. También el Reporte Sundance 2013 sobre mujeres directoras, comisionado por el Festival de Cine de Sundance demuestra que las mujeres directoras, a pesar de su manifiesta capacidad artística y profesional comparable con cualquier hombre, se enfrentan a la discriminación debido a una ideología sexista en Hollywood, mientras en el cine independiente las directoras aparecen casi en igual cantidad que los varones. Como evidencia de la discriminación desde Hollywood hasta México, están las cifras de inversión en películas producidas y dirigidas por mujeres. Otro estudio denominado Women and the Big Picture que analiza 700 filmes en 2014, demuestra que, cuando un hombre dirige, 80% de su equipo está constituido por hombres y, cuando la directora es mujer, 52% de su staff lo constituyen mujeres, es decir, la equidad se traslada a todo el ámbito laboral cinematográfico.

La discusión internacional radica en el sexismo detrás de quienes deciden quiénes pueden producir y dirigir películas y qué discursos cinematográficos se consideran “deseables”; hay cantidad de filmes mal hechos, mal narrados, con malos guiones elaborados por hombres que no merecían los recursos. Romper estos paradigmas y abrir las puertas a la creatividad sin prejuicios de género es urgente, sobre todo cuando los recursos públicos se utilizan para hacer películas que deben mostrar la diversidad cultural e ideológica de un país con la riqueza de México.