Caleidoscopio democrático

Por: Redacción
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Fotografía: Cortesía. Texto por Mauricio Huesca Rodríguez, Consejero Electoral IECM

Proponer a la democracia desde su posibilidad caleidoscópica implica asumir que lo que nos refleja no solo descansa en votar cada determinado tiempo, sino en otros componentes, como la educación cívica o participación ciudadana.

A la democracia hoy la damos por hecho, tanto que la asumimos como un devenir “natural” en las sociedades y no, esto no es así. Del griego dêmos, que significa ‘pueblo’, y krateîn, ‘gobernar’, es una forma de gobierno justa y conveniente para vivir en armonía en donde la participación ciudadana es el motor por medio del diálogo entre quienes gobiernan, con el fin de alcanzar objetivos comunes que satisfagan las necesidades de la población.

Por su parte, un caleidoscopio (del griego kalós, bella, éidos, imagen y scopéo, observar) contiene tres espejos que forman un prisma triangular en el cual se perciben varios objetos y formas diferentes, cuyas imágenes se ven multiplicadas simétricamente.

Proponer a la democracia desde su posibilidad caleidoscópica implica asumir que sus espejos, es decir, lo que nos refleja, no sólo descansa en votar cada determinado tiempo para elegir a quienes nos gobiernan, sino en otros componentes de la democracia, como la educación cívica, participación ciudadana y respeto a las diferencias. No somos iguales, somos equivalentes.

Así, este espacio estará dedicado a construir una democracia caleidoscópica en la que necesitamos tener la capacidad de reconocernos desde nuestra diversidad y defender los principios que nos componen.

A la ciudadanía debemos entenderla como una condición que se otorga para pertenecer a una comunidad organizada. La democracia la ganamos, ejerzamos sus facultades conscientemente o, acaso será más preciso decir, caleidoscópicamente. 

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