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11/04/2021
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Violadores en el cine

No es una casualidad que la película mexicana más taquillera del año sea una falsa comedia romántica que gira alrededor de una violación. ¿Qué culpa tiene el niño? recaudó 192 millones de pesos en tres semanas, miles de risas y solamente un par de críticas serias. Para variar, nuestros críticos de cine están dormidos y el público que en el caso Los Porkys se unió al reclamo de justicia parece intocado cuando el libreto reitera el discurso que avala todas las formas de sexismo. Y no se equivoquen, me encanta la comedia, pero la inteligente. Este texto tiene spoilers.

Karla Souza es la actriz que personifica a Maru, una joven que durante una boda se emborracha con sus amigas. Un tipo, que se la pasa manoseando a otras mujeres, la viola mientras ella está ebria. Al día siguiente Maru no recuerda mucho, conforme avanza la historia –llena de lugares comunes de chistes de fórmula típicos de las comedias norteamericanas–, tres veces recuerda y reconoce que fue violada, pero eso no impide que la gente se ría, que el guionista y director Gustavo Loza no se detenga a revisar su estulticia moral. La chica descubre que está embarazada, su padre es un político poderoso y corrupto, el chico que ella identifica como su violador es un joven guapo y pobre, ignorante, vago y “naco”, dicen ella y sus amigas. Para el guionista y director, así como para el elenco, resulta gracioso que la mujer violada, al descubrirse embarazada, vaya en busca de su supuesto violador para reclamarle haberla embarazado y, como sucedía en el siglo XIX, se ve forzada a casarse (porque claro, en este país el aborto no es aceptable para las mujeres violadas); por desgracia no hay una crítica social desde la ironía, sino un abordaje simplista y profundamente machista de la historia. Por si fuera poco, su supuesto violador es quien la convence de que el bebé no tiene la culpa de nada y debe nacer.

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La niña bien se casa con el nini pobre; el racismo y el sexismo hace reír a todos y todas por igual; una comedia a la mexicana que retrata lo peor de la sociedad con una narrativa de telenovela mexicana de baja calidad, entrelazada con chistes efectivos que ocultan una tragedia real. El personaje de Karla Sousa le reclama al hombre que la violó, pero igual se deja enamorar por él con los clásicos artificios de flores, viajes y promesas bobas. Personifican un matrimonio sin amor, en el que ella debe sacrificar su felicidad para que los demás no sepan que es madre soltera; él, en cambio, hace un vídeo inventando una historia de amor inexistente y ridícula; todo sea por proteger al producto no nato.

El amor florece sobre esos artificios y la violación se olvida. Más allá de que el guión parezca haber sido escrito por un libretista de las películas de cine de oro mexicano, asombra la facilidad con que los productores decidieron que resultaría súper gracioso que una chica bien sea violada (claro, es su culpa por haber bebido) y que la única salida, además de sentirse culpable, es casarse con su agresor.

Hay comediantes geniales como Amy Schumer o Chelsea Peretti capaces de burlarse de tal manera de la violencia y el machismo que siempre logran movernos hacia un lugar incómodo del que debemos salir, entre risas, de nuestro machismo introyectado. Por desgracia este no es el caso. El título devela que el niño no tiene la culpa de que su madre haya sido violada por un desconocido en una fiesta y por tanto ella debe sacrificar toda su vida para ocultar un delito que fue cometido en su contra. Un guión que bien podría haber sido escrito por representantes de ProVida. Mientras la bella actriz Karla Souza se está convirtiendo en el ícono de la sátira de la violación asimilada, no comprenden que no hay nada de gracioso en la violencia sexual.

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Sus libros han recibido más de cuarenta premios internacionales. Autora de "Los demonios del Edén", "Esclavas del poder" y "Sexo y amor en tiempos de crisis", entre otros. Vive en México, a veces la corretea la policía por decir la verdad.