Ciudad de necios | 100 días, más de 100 derechos

“El estar a favor de la decisión de las mujeres a interrumpir su embarazo no implica obligarlas a abortar ni promover que lo hagan”

Necios a los que les gustaría que las mujeres tengan derecho a menos. Necios y necias vulnerables que no se dejan discriminar

Los derechos no se consultan. Se garantizan, se hacen cumplir a cabalidad y se respetan. Eso suena bonito, porque en México la regla es atropellarlos, pisarlos, escupirlos y tenerlos de adorno en algo que se llama Constitución. De hecho, hay 32 constituciones, una para cada estado (porque nos encantan escribirlas y llenar hojas con leyes, aunque luego se suela limpiar excremento con ellas cuando no se respetan) y hay una Constitución federal, que es la madre de todas. Ella, femenina: Constitución. Ellas, leyes: en femenino. Curioso, porque es lo femenino a lo que menos se le tiene respeto.

La CDMX tiene su Constitución, acaso la más progre de todas, garante de, por ejemplo, derechos para las mujeres como los reproductivos, sexuales, a la salud y otros que se garantizan cuando ellas deciden interrumpir su embarazo, siempre y cuando no pase de las 12 semanas de gestación, porque a la semana 12 más un día… ya son criminales. Los tiempos constitucionales son tiempos de otro reloj.

El que alguien esté o no de acuerdo con esa legislación es un boleto para otra feria. Así como se respeta el derecho a la creencia religiosa (principal motivación antiaborto) o a cualquier otra cosa que esté en contra de garantizar esa (difícil) decisión de las mujeres, también se debe respetar el derecho a abortar. Un derecho (como el de creer lo que te venga en gana) no debe impedir o influir en el otro (el de las mujeres a abortar).

El estar a favor de la decisión de las mujeres a interrumpir su embarazo no implica obligarlas a abortar ni promover que lo hagan, pero sí darles la opción. Se les debe garantizar ese derecho, esa opción. Desafortunadamente, prejuicios religiosos, machistas (heteropatriarcales, que les llaman), hoy criminalizan a las mujeres en otros estados. Peor aún, el presidente AMLO ha sugerido “someter a consulta” el derecho de las mujeres a decidir. Y aquí la marrana progresista tuerce el rabo: nadie puede poner a consulta los derechos ganados. N-A-D-I-E. Los derechos se complementan, nunca se menoscaban. Ojalá AMLO no sea ese presidente conservador. ¿Por qué criminalizarlas por lo que es su derecho?

“Pelear por lo que te corresponde”, dice la periodista y activista por los derechos de las personas con discapacidad (PcD), Bárbara Anderson. Ella, junto con Katia D’Artigues, promueven la empatía y el respeto por las PcD, esas que diario notan que las ciudades no están construidas para ellas; no las adaptamos a ellas, sino que las obligamos a adaptarse. Esas conquistas se gestan, se garantizan y se defienden frente a los gobiernos mediante instituciones como el Consejo Nacional para el Desarrollo y la Inclusión de las Personas con Discapacidad (Conadis), mismo que quieren desaparecer. Ojalá no ocurra, sería dejar sin una especie de abogados a las PcD, a cambio de una pensión. ¿Es tan difícil pensar en otorgar los dos y más para emparejarles el piso a quienes no han visto más que obstáculos en su país?

Según el presidente AMLO, de haber sido una PcD, “no hubiera podido estudiar. Mi proyecto de vida se hubiera visto truncado”. ¿Así ve nuestro presidente a las PcD? Me hubiera gustado oírle: “Sería la primera PcD en ser presidente”. Pero no. Habrá que enseñarle la historia de Matías Alaniz, quien será el primer docente del Sistema de Universidad Abierta y Educación a Distancia de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, después de haber estudiado licenciatura y posgrado a distancia y ser una PcD debido a su parálisis cerebral.  ¿Por qué truncarles lo que debemos facilitarles?

¿Por qué deberles más de lo que ya les debemos? Se me ocurren varias respuestas: ignorancia, obnubilación, prejuicios, odio, discriminación, olvido, indolencia, desvergüenza, irresponsabilidad, desgracia, desprecio, crueldad, infamia…