Escápate a una hacienda yucateca y conoce la magia de sus rincones

Por: Redacción
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En las haciendas henequeneras y ganaderas se goza del esplendor de antaño y de la adrenalina de hoy con distintas actividades para turistas

Esparcidas en los municipios de Cuzamá, Chocholá, Hocabá, Homún, Izamal, Motul, Sotuta, Tecoh, Tixkokob, Umán, entre otros, las haciendas surgieron entre los Siglos XVII y XIX por el impulso de familias españolas que poseían extensos territorios, pero fue hasta la segunda mitad del Siglo XIX y principios del XX que vivieron su total esplendor. La mayoría se dedicaban al cultivo y la producción del hilo del henequén, mejor conocido como “oro verde”.

El henequén servía para hacer cuerdas, costales y hamacas, pero la llegada de fibras sintéticas acabó con todo, por lo que las haciendas quedaron destinadas al paso del tiempo o al olvido, aunque entre las conservadas o renovadas, hay unas cuantas abiertas a los viajeros deseosos de una aventura inolvidable.

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CON PORTE DE HACENDADO

En la Hacienda Zamná, esencialmente ganadera, cualquiera se puede sentir hacendado a lomo de caballo. Sólo hay que elegir si se desea hacer el recorrido en la mañana o al atardecer, y autocalificar las habilidades para cabalgar. Una vez hecho esto, los caballerangos sueltan las riendas de Gemela, Colmillo Blanco o Chela, quien acaba de llegar para conocer los jardines de la hacienda y los sembradíos de zacate estrella. Ahí hay borregos pelibuey, dorper, katahdin, cabeza negra y panza negra, con sus respectivos corderos, a los que se puede cargar, acariciar y alimentar. Y como la serotonina y la endorfina ya se hicieron presentes, para el regreso se puede desatar la adrenalina trotando o galopando a toda velocidad por el campo hasta la casa de estilo colonial. En Zamná también se puede reservar un recorrido de leyendas mayas en carritos o en bicicleta y se puede rentar la hacienda entera por un mínimo de tres noches.

QUE CORRA ADRENALINA

La Hacienda Sotuta de Peón es un atractivo turístico de la península, pues es de las pocas que continúa trabajando el henequén como hace más de 100 años. Al pasear por los cuartos de máquinas, las áreas para desfibrar y la zona de empacado, los viajeros son testigos de la transformación de esta planta. Sin embargo, con Experience Mayan Expedition se muestra la parte más emocionante de este lugar: a bordo de cuatrimotos, con cascos y goggles se recorren sinuosos caminos a través de campos henequeneros y partes de selva. Al paso de una hora y cuando ya no se soportan los más de 35 grados de temperatura, llega el remedio: Dzul Há y Sac Nicté, dos cenotes dentro de la misma hacienda, en los que se halla frescor al adentrarse en las cavernas y gozo al lanzarse al agua. Con suerte, para el regreso, Chaac (dios maya de la lluvia) puede atender las plegarias para que el paseo sea aún más divertido y refrescante. Se agradece terminar empapado, de pies a cabeza y sin rastro de calor.

AL CORAZÓN DE LA SELVA MAYA

En el anexo de Hacienda San José, que solía ser ganadera, hoy se esconde un oasis de calma en medio de la selva: Belilula, donde puedes “cambiar tu camino por otro”. A este lugar se llega para desconectarse de todo (sólo hay WiFi en el comedor principal) y para disfrutar de los cálidos días dentro de la piscina o merodeando por los alrededores, así como de las noches estrelladas a través de su telescopio en compañía de una fogata. También hay tours de avistamiento de aves, clases de yoga o talleres para hacer pizza y pasta artesanales bajo la guía de Cambray Catering. Se puede pagar un pasadía con alimentos, aunque hay seis tiendas de campaña con cama King Size al interior y un cómodo baño a un costado para tener la experiencia completa.

AGUAS SAGRADAS DEL MAYAB

Para revivir la época más próspera de Yucatán con el henequén, basta con recorrer la Hacienda Mucuyché. Sus primeros registros datan del Siglo XVII y se encuentra casi en su estado original. El principal atractivo para los viajeros son los cenotes Carlota y Azul Maya, que presumen las más cristalinas aguas, con las que se combate la calidez propia de la península yucateca. El primer cenote se llama así porque en 1865 la Emperatriz de México, Carlota, llegó a Mucuyché en un viaje con destino a Campeche, convirtiéndose en la primera persona en bañarse ahí.

CON MUCHO GUSTO

Cualquier travesía por Yucatán resalta por los sabores tradicionales de su gastronomía. Dentro de Mérida, el restaurante de la Hacienda Xcanatun, Casa de Piedra, seduce al paladar con ingredientes locales y de temporada, y el brunch dominical está protagonizado por una cochinita pibil cocinada lentamente bajo tierra desde el día anterior. Micaela Mar y Leña también es de las opciones favoritas, que con sus tuétanos a las brasas, mole de ceniza o mole negro y mextlapique de camarón, mantienen a este estado entre los favoritos de los paladares mexicanos.

CHILANGO IMPRESA AGOSTO, PÁGINAS 86-88

Fotografía: cortesía. Texto por Ivette Rangel, Texto adaptado para Máspormás