#ExcéntricoDF: Mamuts & the city

Ciudad

En la Ciudad de México rascas tantito y encuentras tepalcates, o de plano asentamientos prehispánicos, y si rascas un poco más, sale un mamut. Por supuesto que no nos referimos a la rica golosina cubierta de chocolate, sino a los mamíferos que eran parte de la fauna del Valle de México hace 12,000 años.

Hay restos de estos simpáticos ancestros del elefante reconstruidos y exhibidos en varios puntos del área metropolitana, para beneplácito de los chilangos interesados en la ciencia y/o los nostálgicos de la época del Pleistoceno.

El ejemplar más famoso está en el Museo de Geología de la UNAM, frente a la Alameda de Santa María la Ribera. Fue armado con huesos de diferentes mamuts encontrados en distintos lugares del país. Es un Frankenstein paleontológico y una bonita alegoría del rompecabezas cultural del exDF.

Otro mamut chilango emblemático está en el Metro Talismán. Lo encontraron mientras construían la línea 4, a finales de los años 70. Su hallazgo fue tan importante que hasta se convirtió en el dibujito de la parada, la cual, por cierto, es de las menos utilizadas de la ciudad. Quizá por eso está todo descuidado y mugroso el domo que lo protege. Ay, pobre, de por sí no es tan espectacular: es chiquito y está incompleto. Pero está muy chido que lo hayan dejado en la estación y que sea parte de las curiosidades de nuestro Sistema de Transporte Colectivo.

Más lejos, en Ecatepec, está el mamut de la Casa de Morelos. Dieron con este animalón en 1995, en la colonia Ejidos de San Cristóbal, y es uno de los ejemplares más completos que han aparecido en el área metropolitana de la Ciudad de México. Mide más de cuatro metros y sí es muy imponente. Lo pusieron, ¿por qué no?, dentro una capilla, como para hacer enojar a los creacionistas.

Visitar a estos vetustos amigos es un recordatorio de que en la Ciudad de México no siempre hubo segundo piso del Periférico ni rascacielos en Reforma… y de que quién sabe cuántas sorpresas y misterios se escondan debajo de nuestras casas y del gran valle de esta ciudad.

Foto: Tamara de Anda