Imagen: Cortesía Mariana Castillo

Fatalismo Mágico, sonido, paisaje y surrealismo con Milpa Alta como escenario

Ciudad

En su práctica artística, a Mariana Castillo Deball (Ciudad de México, 1975) siempre le ha interesado la tradición oral, así como la transición entre el mundo rural y el urbano. Fue por eso que ella y el músico Carlos Sandoval (Ciudad de México, 1956) decidieron hacer un proyecto en un lugar del Valle de México que tuviera esos rasgos. Milpa Alta era ideal. Eligieron trabajar en uno de sus poblados lo que se convertiría en Fatalismo Mágico. Ópera sobre el deseo y la nostalgia en cuatro actos.

“Trabajamos en San Lorenzo Tlacoyucan”, cuenta Castillo Deball. “Es uno de los pueblos de Milpa Alta más cercano al bosque; son sembradores de nopal y tienen una conexión muy específica con los cerros y las cuevas. La gente siempre va y viene entre esos paisajes, pero al mismo tiempo tienen la vista del monstruo de la Ciudad de México, y van todos los días a vender nopal en la Central de Abasto. Por un lado, están muy orgullosos de sus tradiciones, pero al mismo tiempo tienen otro tipo de relación con el capitalismo, los bancos, otro tipo de cosas.”

A ambos artistas les interesaba esa relación, además de que buscaban que se tratara de un proyecto exclusivamente sonoro, que no tuviera otro tipo de documentación. No hay fotografías, no hay videos. Solamente hay audio y un dibujo/paisaje que reproduce el lugar donde ocurrieron los distintos performances.

El resultado de aquel proyecto podrá escucharse el próximo domingo, de 12 a 14 h, en Alumnos 47 (San Miguel Chapultepec), donde estará sonando el vinilo en el que quedaron registradas aquellas acciones. La composición forma parte de la segunda edición de Proyecto Líquido, serie de performances y acciones sonoras que exploran el deseo en distintos espacios públicos de la Cuenca de México.

“Para Fatalismo Mágico inventamos cuatro personajes: la tortillera del oráculo, el yerbero, los morilleros y la barrendera. Además de que son personajes, son personas del pueblo. Les propusimos alterar sus oficios con un toque de surrealismo. Por ejemplo, para la barrendera, hicimos unas flautas de barro que al final tienen una extensión de escoba, digamos que ella iba barriendo y al mismo tiempo iba tocando estas flautas escoba.
“Para la tortillera hicimos el oráculo de las tortillas, un comal en el que viene un diagrama y sobre el que la tortillera te tiraba el destino. Si la tortilla se inflaba o no se inflaba y dependiendo de dónde caía, podía leerse cómo estaban tu parte activa y pasiva, las partes que están reprimiendo, cómo se ve tu futuro.”

Los sonidos reunidos en el disco pertenecen a las acciones de aquellas personas que jugaron y se entregaron de lleno a la transformación en personajes ficticios.

También te puede interesar: El Tamayo saca el lado sonoro con Sinestesia