Lo único que la gente sabe de él es que vaga por las calles de la Ciudad de México, en busca de un niño latoso para echarlo al costal que cuelga de su espalda.

Leyendas Chilangas: El viejo del costal

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Las personas que dicen haberlo visto no lo describen físicamente, no se sabe si es gordo o flaco, alto o chaparro, güero o moreno; lo único que la gente dice de él es que vaga por las calles de la Ciudad de México, en busca de un niño latoso para echarlo al costal que cuelga de su espalda.

Una de las leyendas que ha dejado grandes traumas e insomnios en los chilanguitos es la del Viejo del costal, aquel despiadado hombre que se robaba a los traviesos, o al menos eso era lo que tus padres te contaban para que te fueras a dormir sn rezongar. Aunque la verdadera historia es mucho más escalofriante que esa.

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Se dice que a principios del siglo XX vivía un curandero que tenía fama de ser muy bueno, utilizaba remedios que no eran muy tradicionales, es decir, no recomendaba tés, limpias y mucho menos un amuleto para despojarte del mal, lo que él pedía eran almas de personas. Un día corrió a él un hombre muy enfermo de tuberculosis, quien cansado de acudir inútilmente a los médicos, decidió pedir la ayuda de este medicastro.

Los niños eran la receta 

Había escuchado mucho sobre él y de sus prácticas, sin embargo, al enfermo no le interesaba, lo único que quería era sanar sin importar el precio o el remedio.  Y, en efecto, la medicina era algo casi inalcanzable, la receta recomendada era beber sangre de niño, así como lo lees, ¡sangre de niño! Ante ello, el moribundo casi sin fuerza por la enfermedad, le contestó egoísta al brujo: “Ayúdame a encontrar al niño para poder sanar”.

El brujo de inmediato salió a las calles en busca del pequeño, no tardó mucho cuando encontró a uno que estaba jugando en el campo con otros más. El brujo ya tenía práctica robando niños para sus hechizos, por lo que no le costó trabajo separarlo del resto, una vez que lo vio solo, lo echó en su costal y huyó.

El hombre se escondió en una casa abandonada y después le mandó a hablar al moribundo, quien de inmediato acudió. Estando juntos, sacó al pequeño del costal quien asustado gritaba, pero el brujo sin piedad tomó un cuchillo y lo enterró en la axila del niño, de donde salió un chorro de sangre, el enfermo bebió de ella y milagrosamente recobró la salud.

El cuerpo del menor fue abandonado en el bosque, donde horas antes el brujo lo había encontrado. Desde entonces, se dice que el alma en pena de  este hombre vaga con el saco en su espalda en busca de más niños para realizar sus hechizos.

(Foto: Cortesía y Youtube)