El grupo de limpieza Mujeres en acción se dedica a recorrer las calles del Centro de la CDMX para cambiarle el rostro a la capital. Foto Lulú Urdapilleta

El club chilango de la limpieza

Especiales

Este grupo de 21 mujeres tiene una misión especial: asegurarse que las calles de la zona centro de la Ciudad de México siempre estén limpias.

FOTO: LULÚ URDAPILLETA

Esta brigada de mujeres se prepara cada mañana para ir siempre bien arregladas a enfrentarse con lo más sucio de la ciudad: sus calles. Son un grupo de limpia que quiere terminar con el cliché de que quienes se dedican a la limpieza están, en consecuencia, siempre muy sucios.

“Me han preguntado si a nosotros nos dan más uniformes nuevos porque nunca traemos la ropa sucia como otros compañeros, pero no, aquí hay una diferencia, nosotros sí los lavamos. También boleamos nuestros zapatos y tallamos nuestros tenis. Siempre estamos limpias. Nuestra imagen es parte del servicio que brindamos”, dice Araceli Fuentes, coordinadora de la brigada.

La mayoría de ellas utiliza el cabello amarrado porque dicen que les permite trabajar mejor y quienes lo usan suelto siempre lo llevan arreglado.

De acuerdo con Araceli, quien usa el uniforme clásico limpísimo—color anaranjado y amarillo, muy brillante—, la idea es que las brigadas tengan otra cara que no implica estar sucias o descuidadas.

El grupo, que se hace llamar Mujeres en acción, depende de la delegación
Cuauhtémoc y se encarga de limpiar después de eventos masivos en el Monumento a la Revolución, a la Madre; barren Tlatelolco y varios puntos del Paseo de la Reforma.

También las llaman, en ocasiones especiales, para barrer los alrededores del Centro Histórico, la explanada delegacional de Cuauhtémoc, lugares donde hay ferias y romerías e, incluso, para lavar espacios donde se concentran los indigentes.

Otras veces limpian después de las marchas o en una ruta que les asignan y que no siempre es fija. A veces cubren los descansos de otras brigadas, principalmente en
la zona central de la ciudad, en turnos de
seis horas.

“La gente tira comida y muchos (platos) desechables, pero dentro de la basura hemos encontrado de todo: preservativos, ratas, animales muertos y hasta dinero o joyas pequeñas. Hay ocasiones en las que vamos a Tepito, donde hay mucha basura, pero puedes trabajar bien y la gente lo agradece. Otro lugar difícil es Tlatelolco. Ahí las chicas hasta han sacado la basura con gusanos, pero el trabajo se hace. Nadie te dice yo no lo hago”, explica Araceli.

Un trabajo diferente

El grupo se formó hace tres años con tan sólo seis mujeres. Un año y medio después ya eran 21, quienes en conjunto recogen hasta dos toneladas de basura diarias.

Algunas de ellas tienen carreras técnicas o cursaron parte de alguna licenciatura. Las menos afortunadas no terminaron la educación básica. Sin embargo, entre ellas hay quienes dejaron sus empleos por diferentes razones y ahora se dedican a esto.

“Es una mentira que quienes trabajamos en limpia seamos ignorantes, flojos o que estamos aquí porque no encontramos otra cosa. La mayoría teníamos otros empleos, pero tomamos esta oportunidad porque valoramos el trabajo. Por ejemplo, mi papá se dedicó 33 años a la limpia y aunque para mí fue muy complicado tomar la decisión de dejar el bufet jurídico en el que trabajaba, lo hice porque esto es algo muy digno. Es lo que le dio de comer a mi familia por muchos años”, dice Nayeli Rentería, quien no terminó la licenciatura.

La coordinadora del grupo, Araceli Fuentes, tiene carrera trunca en Matemáticas Aplicadas. Antes fue secretaria, luego recepcionista y un tiempo se dedicó al hogar y a su familia. Después entró a la brigada.

Ella obtuvo este trabajo porque su padre le heredó la plaza y hoy es la responsable de la brigada y del vehículo con el que trasladan sus herramientas cada mañana.

“Esta es una labor que no es denigrante. Al contrario, es muy digna y honesta. Yo me siento feliz de que con nuestro trabajo podamos transformar un poco de lo que es nuestra ciudad”, considera.

Otra de las brigadistas, Violeta Martínez, de 37 años de edad, dejó atrás un trabajo de años como empleada doméstica para dedicarse a limpiar las calles.

“Trabajaba en una casa. Cuidaba dos niñas y este cambio fue grande. Imagínate dejarlo todo después de años. Es un trabajo bonito, sólo hay que agarrarle el modo porque tiene sus riesgos de andar en la calle o también porque la gente no te respeta. Te ve barriendo y tira más basura, sacan las bolsas de sus condominios para no tener que esperar al camión. Pero si tú te dedicas a lo tuyo, lo disfrutas”, dice.

Y eso, el respeto, es algo que día a día también les toca defender, no sólo por su trabajo, sino por las calles de la Ciudad de México en general y quienes trabajan para mantenerlas en buen estado.

Durante su jornada —explican—, la gente tiende a insultarlas. Si están en la calle, bajo la acera, les avientan los vehículos, y cuando hacen el barrido fino —para quitar polvo con escobas pequeñas— en las calles y banquetas bastan unos minutos para que nuevamente aparezcan los desechos.

“La gente a veces nos reclama, nos dice ‘hasta que trabajan’. Dicen que si ya no tiran basura nosotras no vamos a tener trabajo y esto no es así. Basura siempre habrá, pero es una cuestión de amor por el lugar en el que vives y si lo que amas lo respetas, la situación sería distinta”, dice Araceli Fuentes.

En cifras:

  • 21 mujeres forman parte de la brigada conocida como Mujeres en acción.
  • 10 kilómetros de calles barren cada día las mujeres de la brigada.
  • 2 toneladas de basura recoge la brigada durante  un día de trabajo.