¿Para cuándo el atlas de riesgos completo?

Especiales
La ley obliga a las autoridades a contar con un atlas de riesgos y actualizar la información cada seis meses, pero los datos son inexistentes o, en el mejor de los casos, incompletos

A un año del 19s, ¿conoces los riesgos que existen en la zona donde vives? ¿Sabes si por tu casa, tu oficina o la escuela de tus hijos pasan fallas geológicas o si hay riesgos de inundaciones o socavones? Seguramente no, y no eres el único.

En la Ciudad de México, las leyes de Protección Civil obligan a tener un atlas de peligros y riesgos estatal y de las 16 demarcaciones —hoy alcaldías—, los cuales deben actualizarse cada seis meses; sin embargo, la información que podría prevenir muertes y desastres está incompleta o es inexistente.

De acuerdo con el Centro Nacional de Prevención de Desastres (Cenapred), “los atlas de riesgos son instrumentos que sirven como base de conocimiento del territorio y los peligros que pueden afectar a la población. Además de ser herramientas que nos permiten tener una mejor planeación urbana y prevención ante posibles desastres”.

¿Qué es y para qué sirve?

Un atlas de riesgos debe ser un expediente que nos permita, a través de mapas, simbología y datos, tener una perspectiva de las vulnerabilidades de las colonias.

Este documento, que sí existe a nivel nacional, debe mostrar fenómenos climatológicos —como cambios de temperaturas, lluvias e inundaciones—, movimientos de la Tierra —sismos, deslaves, fallas, fracturas y socavones— y los riesgos, que se miden con parámetros globales, para identificar las zonas que se inundan más, se hunden o se inclinan.

“Todo debe estar documentado para que las autoridades tomen decisiones y sepan actuar de acuerdo con las condiciones de los suelos”, explica Carla Flores Lot, integrante de Cartocrítica, iniciativa civil especializada en mapas y datos abiertos que forma parte del colectivo Ciudadanía 19S. “Así asignarían permisos de construcción donde los riesgos sean bajos, se endurecerían las reglas de edificación y las posibilidades de corrupción inmobiliaria deberían de ser nulas (o menores, al menos)”.

De acuerdo con la investigadora, el atlas de riesgos también beneficiaría a los ciudadanos, ya que les permitiría tomar decisiones informadas sobre los lugares en los que viven y las situaciones que enfrentarían en caso de comprar, arrendar o laborar en una zona determinada.

“Sabemos que el suelo de la ciudad tiene ciertas características porque originalmente fue un lago, aun así hay colonias con mayor riesgo que otras y esas no las estamos identificando bien”, sostiene Flores Lot. “Tener la información precisa nos va a permitir salvar vidas y patrimonios en una ciudad en la que sabemos que va a temblar y que va a llover”.

Requisito incumplido

Diecisiete días después del sismo de 7.1 grados del 19 de septiembre del año pasado, la Secretaría de Protección Civil capitalina publicó un Atlas de Peligros y Riesgos de la CDMX. Sin embargo, a decir de especialistas, se trató de un documento para salir del problema y no de una verdadera zonificación.

La versión pública (atlas.cdmx.gob.mx/index.php) cuenta con información geológica, hidrológica, químico tecnológica (incendios forestales), socio-organizativa (edificios de gobierno, hospitales públicos, escuelas, bancos y mercados), así como escenarios de fallas en los emisores Poniente, Central y Gran Canal y el impacto que dejó el 19s.

El problema es que no hay metadatos o información de respaldo que permita que cualquier interesado pueda leerlo y comprenderlo, pues solo se muestran mapas sombreados, con combinaciones de colores, rayas y puntos que ilustran los tipos de suelo y sus condiciones; no hay explicaciones que permitan inferir los niveles de riesgo.

“El vínculo dado por el Gobierno de la Ciudad de México como atlas de riesgos no es tal, lo que proporciona es una colección de capas (…); si se pudieran superponer mapas con información de catastro, se podría vincular dónde están las personas, infraestructura y bienes con posibles vulnerabilidades, estimar los riesgos y elaborar políticas púbicas y protocolos de emergencia”, señaló la agrupación vecinal Suma Urbana después de la presentación del documento.

Además de las dudas que existen con el documento estatal, hay otros 16 problemas, pues todas las delegaciones —hoy alcaldías— incumplieron con el artículo 16 de la Ley del Sistema de Protección Civil que obliga a la actualización semestral de la información.

Carla Flores Lot explica que hay atlas de riesgos en los que no se avanza desde 2004. “Te puedo decir que Xochimilco es el más actual, recién se publicaron los de Azcapotzalco y Tlalpan y se anunció el de Iztapalapa, pero los más opacos son Tláhuac y Benito Juárez, que no tienen nada”, asegura.

El de la Magdalena Contreras no ha sido actualizado por falta de recursos; la Gustavo A. Madero y Cuajimalpa respondieron que le correspondía a instancias federales; en Milpa Alta “no encontraban” la información en sus archivos e Iztacalco reservó los datos por tratarse de información sensible.

Iztapalapa solo cuenta con información impresa desactualizada; Venustiano Carranza y Miguel Hidalgo no tienen datos de respaldo; la Cuauhtémoc respondió “en clave” al dar una dirección IP a la que no es posible ingresar, mientras que Benito Juárez respondió en dos ocasiones que no entendía la solicitud, dijo la especialista.