El centro se une contra el grafiti

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A través del programa “Chaineando la calle, chainea tu negocio”, la Autoridad del Centro Histórico busca involucrar a vecinos en el rescate de espacios afectados por el grafiti vandálico

El Centro Histórico padece un problema: el grafiti vandálico. Calles enteras “rayadas” con aerosol en colores verdes, azules, amarillos, rojos. Palabras que parece que no dicen nada, tags con los que grupos marcan territorio. Lo mismo ocurre en las cortinas de locales comerciales, cabinas telefónicas, segundos pisos y casas, que en inmuebles catalogados por su valor histórico.

Según datos de la Autoridad del Centro Histórico (ACH), en los perímetros A y B de la zona central de la CDMX hay 9,642 inmuebles, de los cuales, cerca de 9,500 están grafiteados, sin contar que en la zona A el 75% son edificios catalogados y protegidos por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), el Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA) o por la Secretaría de Desarrollo Urbano y Vivienda (Seduvi).

Para la Unidad Antigrafiti de la Secretaría de Seguridad Ciudadana existen tres tipos de pintas: la ilegal, que es cuando no existe un permiso expreso; la vandálica, que también es ilegal, pero se diferencia porque busca causar daño en una propiedad. En este concepto se incluyen las afectaciones en inmuebles catalogados, estatuas y monumentos. Y el tercer tipo es el legal, es decir, cuando hay autorización clara.

Al respecto de las sanciones, el grafiti es una falta administrativa reconocida en el artículo 26 de la Ley de Cultura Cívica de la CDMX que contempla una multa de hasta $1,689 o 36 horas de arresto. Sin embargo, si el denunciante demuestra que hubo un daño en la propiedad, el artículo 239 del Código Penal de la CDMX sanciona con multas de entre $1,689 y $50,694 más prisión de seis meses a siete años, según el grado de afectación.

El grafiti vandálico, dicen autoridades, es el que abunda en el Centro Histórico, y los dos inmuebles más afectados son la Parroquia de San Miguel Arcángel —ubicada sobre Pino Suárez esquina Izazaga— y el Colegio de las Vizcaínas —que se encuentra en la calle del mismo nombre casi esquina con Eje Central—. Mientras que las calles más grafiteadas son San Ignacio, Tacuba, 20 de Noviembre, Pino Suárez y Bolívar.

“Esos son los inmuebles que encontramos con mayor afectación y ambos son históricos, están catalogados y deben pasar por un proceso de mantenimiento distinto al de cualquier otro inmueble porque el INAH, el INBA o a veces los dos, tienen que autorizar y vigilar la restauración para evitar que haya mayor daño”, explica Ricardo Jaral, director de Planeación y Preservación de la Autoridad del Centro Histórico.

Cambiar el entorno

“Los grafitis provocan que aumente la inseguridad”, dice Dolores Castro, vecina del Centro Histórico, quien considera que las zonas “rayadas” dan la impresión de estar abandonadas, por lo que se vuelve común que en esos espacios se creen basureros clandestinos, surja el narcomenudeo, asaltos y se convierta en un entorno inseguro para habitantes y paseantes.

En eso coincide la directora de la Autoridad del Centro Histórico, Dunia Ludlow. “Este fenómeno es conocido como la teoría de las ventanas rotas, porque una conducta negativa detona otra y esa, a su vez, provoca una más y se vuelve una cadena. Si primero ves el grafiti vandálico y no se hace nada, la gente empieza a tirar su basura, la iluminación falla, se concentra la indigencia. Ese espacio, que hasta entonces era público, se pierde por falta de atención y la percepción de inseguridad aumenta”, explica.

En el caso de los primeros cuadros de la ciudad, dicen, la situación ha sido como jugar al gato y al ratón, pues si vecinos se organizan para rescatar alguna zona, es cuestión de días para que de nuevo aparezcan las pintas.

“Es tan desgastante la falta de atención de las autoridades que hasta la desidia se contagia. Las intenciones no sirven por más que vengan de autoridades o vecinos. Hace unos años hicieron grafiti artístico en cortinas comerciales del Centro Histórico. Algunas se conservan, pero otras nuevamente fueron vandalizadas. Lo mismo ocurre en casas, negocios y edificios históricos. Es como una plaga”, reclama José Raúl Jiménez, vecino.

Un proyecto en conjunto

Para eliminar los efectos del grafiti vandálico, la ACH lanzó el programa “Chaineando la calle, chainea tu negocio” con el que busca conseguir el apoyo de vecinos y comerciantes del Centro Histórico para que, a cambio de que donen materiales de limpieza y pintura, personal de la dependencia y de la Secretaría de Obras y Servicios aportará la mano de obra para cambiarle la cara al corazón de la CDMX.

El programa inició el 14 de febrero y se ha enfocado en limpiar y pintar cortinas de negocio y fachadas, con excepción de los inmuebles catalogados. Hasta el 26 de marzo se habían atendido 15 calles, 392 cortinas y 150 fachadas a través de una cuadrilla de ocho trabajadores en tres turnos: de día se encargan de muros, fachadas, papeleras y mobiliario urbano; mientras que por la noche le toca a las cortinas de los negocios.

“Al respecto de los catalogados, estamos trabajando en una mesa con el INAH, INBA, Seduvi, UNAM y el Fideicomiso del Centro Histórico, esperamos sacar lineamientos para que los particulares dueños de inmuebles con valor histórico puedan darle mantenimiento a sus edificios sin la necesidad de procesos burocráticos larguísimos. Si queremos que todos pongan de su parte, hay que facilitar los requisitos”, dijo Dunia Ludlow.

La meta es lograr aumentar las donaciones de material y actualmente la ACH se encuentra en pláticas con comerciantes de “la calle de las novias” para hacer grafiti artístico en sus cortinas con la temática de bodas y quinceañeras.