Al rescate de las lenguas indígenas

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Frida Villavicencio es parte del equipo que creó los “Paquitos”, cuatro muñecos que hablan en náhuatl, wixárika, totonaco y purépecha, y así incentivar que niños indígenas sigan hablando su lengua materna.

Por Mariana Limón

Dice que el campo se quedó ahí, dentro de ella. Nació en Toluca, su padre era hablante otomí, pero su familia migró a la Ciudad de México cuando era muy pequeña y desde entonces aquí ha vivido. Hoy solo habla español, su papá jamás les enseñó su lengua materna —ni a ella ni a sus hermanos—, pero asegura que siempre ha tenido una conexión con todo lo relacionado a las sociedades campesinas y un interés especial en las lenguas indígenas.

Han pasado muchos años desde entonces. Hoy, Frida Villavicencio es doctora en Lingüística, especializada en el estudio del purépecha. Su trabajo, desde hace más de 20 años, se enfoca en analizar y rescatar las lenguas indígenas de México. Nos encontramos en su despacho, en el Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS). Aquí habla con orgullo sobre el último proyecto que ha desarrollado (en conjunto con otros especialistas): crear juegos y juguetes para evitar que los niños indígenas dejen de hablar en sus lenguas maternas. De cierta forma busca evitar que se repita su historia.

No se trata de cualquier juguete, sino de pequeños robots. Los llaman “Paquitos”. En total son cuatro: dos niños —uno habla náhuatl y otro wixárika— y dos niñas —una en totonaco y otra en purépecha—. Se encuentran en fase de desarrollo y el plan es ponerlos en acción con ayuda de las escuelas.

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“Los Paquitos” de Frida Villavicencio

El proyecto nació en el Laboratorio de Lengua y Cultura Víctor Franco, que forma parte del CIESAS. “Aquí nos enfocamos en la diversidad lingüística y cultural de México. Trabajamos para rescatar lenguas indígenas y poner al servicio de las comunidades hablantes lo último que se conoce sobre ellas; queremos que nuestras investigaciones sean útiles”, explica Frida. “Entonces nos preguntamos, ¿cómo lograr revitalizar una lengua y cumplir con el derecho de los niños indígenas de ser educados en su lengua? Pues ofreciéndoles lugares lúdicos en donde puedan usar esa lengua, la idea es que se diviertan usándola”.

La primera fase del proyecto inició en 2009. Se trató de juegos de computadora para niños de siete a 12 años (era indispensable que pudieran leer y escribir). Después, se desarrollaron estos juguetes —los “Paquitos”— que buscan acercarse a niños más pequeños. Su objetivo es afianzar la lengua materna en la edad más temprana posible, porque así las probabilidades de que la abandonen en años posteriores se reduce.

Los “Paquitos” no se parecen a los muñecos que se venden en jugueterías: la niña, por ejemplo, es morena, con ojos y trenzas negras, y lleva un vestido hecho por una artesana. La idea, en todo momento, fue que los niños pudieran identificarse con estos juguetes.

¿Cómo funcionan? Tienen dos modalidades: una pasiva y otra activa. La primera está pensada para reforzar el aprendizaje; en esta, el niño oprime una determinada parte del cuerpo y el juguete contesta cómo se llama esa extremidad (en la lengua indígena en la que está programado). En la modalidad activa, el muñeco le dice al niño qué parte del cuerpo tiene que oprimir; si acierta, hace un ruido de felicitación, y si se equivoca, uno de rechazo.

“Tenemos que entender que los niños indígenas del siglo XXI se mueven igual que cualquier otro niño: en ambientes virtuales y hacen uso de tecnología”, explica Frida Villavicencio. “No son gente rara, viven en el mismo mundo que los demás niños y también tienen derecho a educación con todos los adelantos científicos. ¿Por qué no acercarlos a la tecnología en sus lenguas maternas?”.

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Lenguas en riesgo

El panorama de las lenguas indígenas en México preocupa a los especialistas: cada vez se hablan menos. En 2017, el Instituto Nacional de Lenguas Indígenas (Inali) reveló que en el país se hablan 68 lenguas indígenas —con 364 variantes lingüísticas— y 64 están en alto riesgo de desaparición.

“Es obvio para los que estamos en este campo que están desapareciendo y que urge atender la situación”, lamenta Frida Villavicencio. “Es tan grave que algunos especialistas —sobre todo europeos— están convencidos de que ya no frenaremos esta tendencia, y desde hace unas décadas han creado programas muy fuertes de documentación lingüística porque creen que lo único que se puede hacer es documentarlas antes de que desaparezcan. Otros, y me incluyo, no son tan deterministas, pero sabemos que tenemos que trabajar mucho”.

Al preguntarle por qué muchos niños indígenas solo hablan español, es decir, por qué no los educan en sus lenguas maternas, Frida Villavicencio contesta que hay diversos factores, como la discriminación, la marginación, la migración del campo a la ciudad y las políticas de homogeneización lingüística y cultural.

“Es una cuestión de sobrevivir, no es algo que quieran”, explica. “Muchas veces los padres lo que menos quieren es que su hijo hable su lengua indígena porque sufren; por ejemplo, hay muchísima discriminación y se reducen sus posibilidades de empleo o son peor pagadas. Me reportan que hay casos en los que los padres dicen ‘ya no le enseñes zapoteco, enséñales inglés porque es ahí donde está, o se supone que está, el futuro de los niños’”.