Videojuegos para sanar

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Tras platicar con un niño que le contó el terror de su vida familiar, Lydia Cacho escribió su segundo libro infantil, Ciberespías al rescate, que ilustró patricio Betteo en donde se aborda el tema de usar los videojuegos contra el estrés. 

Cada que Lydia Cacho tiene que viajar en avión, toma su celular y busca un videojuego. Lo hace para relajarse, dice. Después de brindar conferencias, presentar libros o hablar con víctimas de la violencia, lo único que quiere es desconectarse un poco de los problemas, de la tensión, por eso busca un videojuego para combatir el estrés.

“Soy una ruquigamer, sí —ríe—. Los videojuegos están estigmatizados. Me di cuenta hace años que en casos de violencia o maltrato infantil, de desplazamiento forzado, lo único que muchos niños no dejan nunca es su videojuego. Después tuve oportunidad de conocer a una especialista en Noruega que usa los videojuegos, desde los más violentos hasta los más infantiles, para procesos educativos, incluso para procesos de paz. Quedé muy impresionada. Y quise estudiar ese fenómeno sin juzgarlo”.

De esta perspectiva surge el nuevo libro de Lydia Cacho y el ilustrador Patricio Betteo: Ciberespías al rescate (Alfaguara, 2017). Después de escribir investigaciones sobre trata sexual y la corrupción política que protege las redes de pornografía infantil, después de ser levantada y torturada psicológicamente por policías judiciales en Quintana Roo, Lydia Cacho decidió también escribir libros infantiles.

Cuando trabajaba en la serie Somos Valientes, un retrato de la dignidad de los niños mexicanos en tiempos de guerra, uno de ellos decidió contarle el terror de su vida familiar: “Yo no me voy a salvar —le dijo—, yo no soy valiente”. Fue entonces, después de trabajar con aquel niño, que decidió escribir Ciberespías al rescate. Hablarle a los niños, tomarlos en cuenta, mostrarles que existen opciones —la solidaridad, el afecto, la empatía y la comunidad— le parece vital para lograr un cambio a largo plazo en el clima nacional. Para ello, sin embargo, tenía que hablar su lenguaje. Y pocas cosas definen tanto a las nuevas generaciones como los juegos de video.

Ser un sobreviviente

A finales del 2017, la Organización Mundial de la Salud incluyó la adicción a los videojuegos en la lista de enfermedades mentales. Por otro lado, pedagogos de todo el mundo anotan que los juegos de video son una herramienta enorme para estimular el aprendizaje de niños y jóvenes.

“Hay un tema que es importante destacar: los niños no se sienten tan solos cuando juegan —explica Lydia Cacho en entrevista—. Yo hacía lo mismo cuando era niña: me aislaba en un rincón para leer durante horas. Ahora los niños se aíslan para jugar. Pero en su mente, crean estrategias y libran batallas que muchas veces no pueden dar en la vida real. Yo quiero que este tema se discuta. Ponerlo sobre la mesa.

El nuevo libro de Cacho es una continuación de En busca de Kayla, su primer título para niños, en el que aborda el tema del secuestro infantil a través de las redes sociales. En esta ocasión, el tema central es la violencia intrafamiliar; todo el relato está cruzado, sin embargo, por cómo los niños viven su historia contemporánea, cómo discuten temas como la corrupción o el narcotráfico, y cómo la tecnología y los videojuegos influyen directamente en su vida cotidiana.

Trabajar en equipos colaborativos, tomar decisiones que afectarán tu desempeño en el juego y la posibilidad de volver a empezar… Lydia Cacho enumera así algunas de las virtudes de los videojuegos contra el estrés.

“Tengo el privilegio de conocer bien a Guillermo del Toro: un megafanático de los videojuegos. Con él he tenido pláticas muy largas al respecto. Hablamos incluso de los más violentos, hiperrealistas, cinematográficos. Yo he entendido que, por más crudo que sea un videojuego, en un contexto como el nuestro puede ayudar a entender a las personas que pueden ganar batallas, que pueden ser sobrevivientes, que pueden salvarse a sí mismas”.

Instrucciones para no crecer

Parece que lo peor que puede pasarte es crecer. Al menos en este país, así lo perciben los niños: convertirse en adulto es casi un sinónimo de ser derrotado. Hace unos años, Lydia Cacho le preguntó a un grupo de niños si creían que los adultos, de tanto sufrir, se daban por vencidos. La respuesta fue un rotundo sí: los adultos se vuelven desconfiados y corruptos; son, además, incapaces de mirar las consecuencias de sus actos. Son egoístas.

Durante años, Lydia Cacho se ha sentado a escuchar a niños y niñas de diversas partes de la República. Niños tzotziles de ocho años le han hablado de la corrupción política que impera en su estado. Niñas de cuatro años en Ciudad Juárez le han contado sobre los levantones y feminicidios que azotan su ciudad. Chicos y chicas le advierten sobre los peligros que corren en las calles de Chihuahua, donde el fuego cruzado entre narcos, soldados y policías cobra ya miles de víctimas. Temas que los adultos suelen evitar cuando ellos están cerca.

“Los niños están sufriendo las consecuencias psicológicas del panorama nacional —cuenta Lydia—. Los adultos no entendemos su enorme valentía, su inteligencia. Muchos de ellos se acercan a mí a decirme cosas como ‘Yo quiero ser como tú’. Sobre todo los niños varones me lo dicen. A mí eso me abruma, porque parece que no tienen ejemplos masculinos a seguir. Ya no hay héroes hombres que los niños puedan admirar. ¿A quiénes admiran hoy los niños en un mundo donde el machismo y los ejemplos de masculinidad comienzan a caducar? Cuando un niño sufre violencia, a diferencia de una niña, solo puede traducir sus sentimientos en rabia. Y esa rabia tiene consecuencias.

“Estamos arrebatándole su infancia a toda una generación —dice Lydia—. Estamos creando una orfandad emocional que da miedo”. ¿Cómo evitar que un niño se transforme en lo que más odia? ¿Cómo evitar que ese niño violentado, vulnerado por su entorno, reproduzca esa violencia al crecer? Sorprendentemente, dice Lydia, los niños de México están aprendiendo a ser resilientes ante el desastre: en internet, en los videojuegos contra el estrés, en ese nuevo mundo que ellos habitan, encuentran nuevas formas de valentía, nuevas estrategias para no rendirse.

NUMERALIA

13 libros ha publicado Lydia Cacho hasta la fecha, entre los que destacan Los demonios del edén y Esclavas del poder.

20 premios, nacionales e internacionales, ha recibido por su labor periodística y de defensa de los derechos humanos.

40 mil niños huérfanos había dejado la guerra contra el narco hasta 2010, según datos de la Cámara de Diputados.

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