El gasolinazo nos unió

Opinión

En estos momentos de razonable y justa indignación, el país nos convoca a pensar en el futuro. Pero para eso, a veces conviene voltear atrás algunos años.

En el amanecer de su mandato, el presidente López Portillo contempló con fascinación y éxtasis el posible desarrollo hacia el sureste del país. Ahí, nos decían, el hallazgo más importante en la historia de México había sucedido por pescadores locales. El petróleo abundaba en las aguas de Campeche y Tabasco, borbotones del tesoro negro llegaban a la superficie de manera natural, la extracción sucedía casi sin esfuerzo. El país producía miles de millones de barriles, el motor de la economía andaba bien y de buenas. Las victorias se cantaron por todos lados. Ya no habría pobreza, éramos sin duda un país rico, “ahora vamos a administrar la abundancia”, dijo el Presidente.

Junto con la clase política del partido único, López Portillo se dedicó a pedir préstamos dando como garantía la riqueza petrolera, comprometiendo el futuro del país en solo un producto. Ya con el dinero en las manos, se embarcó en empresas fallidas, cumplió berrinches, malgastó los recursos y permitió que la corrupción en Pemex creciera.

Pocos años después del anuncio de la abundancia sin precedentes, el precio del petróleo disminuyó de forma drástica y el efecto para el país fue casi una hecatombe. La deuda se volvió impagable de un momento a otro. La economía fue golpeada, el dólar más arriba que nunca, la inflación crecía día a día.

¿Nos parece conocida esta narración? La historia del país refleja que la dependencia al petróleo no es una salida sostenible. Sin embargo, los últimos sexenios fue impulsada la necesidad vital nacional hacia dicho hidrocarburo.

Gobiernos panistas y priistas actuaron con negligencia al apostarle todo al petróleo, al construir ciudades alrededor del paradigma del auto, al desarticular el ferrocarril como modelo de distribución masiva de bienes, al no apoyar decididamente a las energías renovables, al importar la gasolina en lugar de construir refinerías, al usar de manera opaca los impuestos como el IEPS, al no acabar con la corrupción en Pemex, y, finalmente, al dejar en el atraso y caos a dicha paraestatal para entregarla a manos de las personas más ricas de este país a través de la privatización.

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A esta lista de errores, tenemos que sumarle la lista de agravios del sexenio. La corrupción desmedida, la ineptitud, la falta de un aumento real en los salarios, la desigualdad insostenible, las mentiras abiertas y falta de sensibilidad que impera en el Presidente y su gabinete. La indignación y las manifestaciones por todo el país se deben al gasolinazo y a un sexenio atroz. Binomio de infamia de la clase política.

Como lo muestra la historia, esta emergencia nacional nos urge a unirnos. Que la molestia y la indignación nos den una luz: después de todo lo que nos han dicho, no somos tan distintos. Puede que te moleste el gasolinazo por la escalada de precios, porque el IEPS se usa de manera opaca, porque nos mintieron al decirnos que los combustibles bajarían, porque no se generan alternativas de transporte sustentable o porque la clase política nos pide austeridad justo cuando sus partidos reciben miles de millones de pesos. Puede ser cualquiera de estas causas, pero el hecho es el mismo: somos afectados por el mismo motivo.

Esta oportunidad de identificar esta nueva mayoría nos permite construir un nuevo futuro. En el corto plazo, exigiendo que se tomen acciones que cuiden de la economía familiar, que el transporte público sea de calidad y a precios accesibles, e impulsando iniciativas como #SinVotoNoHayDinero que metan en cintura a los partidos políticos y sus dispendios.

Quizás en el medio y largo plazo vendrán las luchas más significativas: con esta nueva mayoría podríamos definir el rumbo del país para que sea sensible a sus habitantes, que ponga al centro a quienes menos tienen y que le apueste a la sustentabilidad, a la honestidad y a los derechos humanos. Con la indignación de hoy, con los bríos de hoy, pero también con la esperanza firme, debemos organizarnos para ese futuro.