‘La artista invisible’, por @drabasa

Publicar un libro, presentarlo con los amigos y la familia, dárselo a conocidos para que lo reseñen, ir a ferias de libro, dar entrevistas. Ser artista (o trabajar cerca de uno de perdida), ir a las inauguraciones, los cocteles, aprenderse qué artistas dan caché y a cuáles hay que criticar.

Hacer una película, desfilar por la alfombra roja, esperar que Cannes se fije en ti, invitar a tus fiestas de cumpleaños a actores y actrices. Paisajes, todos comunes en los círculos creativos no sólo en México sino allende de nuestras heroicas fronteras.

Salvo excepciones valiosas y poderosas, la dinámica social, el culto a la figura personal, la construcción de una imagen más que de una obra, ha provocado que cada vez sea más difícil distinguir –entre el barullo de los que “hacen ruido” para atraer atención– las voces y expresiones artísticas auténticas y valiosas.

Decía el norteamericano William Gaddis que él pertenecía a una rara estirpe de escritores que preferían ser leídos que ser vistos. Hace unos meses un extraordinario documental descubrió a un nuevo miembro de esta genealogía de creadores que construyen un universo personal en el más estricto silencio, investidos de la que quizá sea la única circunstancia social que provee total libertad de movimiento: el anonimato absoluto. Finding Vivian Maier (Buscando a Vivian Maier) nos cuenta la historia de una mujer que durante dos décadas capturó miles de fotografías e hizo cientos de videos sin que si quiera sus amistades más cercanas lo sospecharan.

En 2007 uno de los directores del documental John Maloof, compró en una subasta de poca monta una caja con material de Maier por 400 dólares. La calidad de las imágenes, la mirada profunda, las composiciones fotográficas, la vocación por lo extraño o lo limítrofe, inmediatamente captaron la atención de Maloof que emprendió la tarea quijotesca de descubrir a la persona detrás de semejante sensibilidad y talento. La cinta traza un recorrido emocionante y doloroso a través de la vida de una mujer que escondió toda su vida, bajo la fachada de una niñera, cambiándose el nombre constantemente y en constante movimiento, el quehacer infatigable de una artista prolífica que murió sin sucumbir a la tentación de exhibirse ante el mundo.

En circunstancias ideales, el arte emerge como una expresión que desafía el sentido de normalidad de la época en turno. Aprovecha las grietas y fisuras de la realidad para cavar hondo y manifestar su desacuerdo con las formas estáticas, con las inercias y las tendencias sociales homogeneizantes.

La idolatría por el individuo tan característica de nuestros tiempos ha permeado de manera incontestable en el mundo del arte. Refresca, en este sentido, encontrarnos con casos como el de Maier que reivindica a través de una protesta silenciosa la existencia de la creación artística no como un instrumento para obtener estatus o reconocimiento social sino como un medio para sobrellevar la confusa y pesada existencia.

 

(DIEGO RABASA / @drabasa)