Recuperar espacios públicos ¿para qué?

¿No bastaría con darles mantenimiento? Una ciudad que cuida sus espacios no necesita “recuperarlos”. Pero la palabra se ha puesto de moda, suena políticamente correcta, lo mismo que peatonalizar, semi peatonalizar y remozar. Por lo visto, se prefiere el maquillaje sobre la cirugía o la prevención, como cuando se resana una pared para que no se le vean las grietas. A la próxima generación le tocará echárnoslo en cara.

Sólo hay que ver la calle de Madero, tan dañada social, ambiental y patrimonialmente desde que la hicieron peatonal. ¿Por qué íbamos a querer un mall sin techo (ni personalidad) en vez de la calle elegante con libros y perfumes y buenos días y buenas tardes que era antes? ¿Por qué optar por la mendicidad, la contaminación acústica, los chicles en el piso y la trata de personas?

A lo mejor Guillermo Tovar de Teresa tiene razón al escribir en La ciudad de los palacios: crónica de un patrimonio perdido (Vuelta, 1990) que “los mexicanos sufrimos una enfermedad, una furia, un deseo de autodestruirnos, de cancelarnos, de borrarnos, de no dejar huella de nuestro pasado” o que “la destrucción ha sido constante, como si practicarla fuera condición para renovarse”.

Es posible que pronto presenciemos la recuperación de la recuperación de Madero. Si Pancho Villa se entera, nos mata. Él mismo amenazó de muerte al que osara cambiarle de nombre a la calle. El nombre sigue igual, por fortuna, pero no me extrañaría que pronto le pusieran Botarga.

Un caso semejante es la Plaza Tlaxcoaque, en donde no se paran ni las moscas o sólo aquellas interesadas en morir achicharradas. ¿Quiénes serán los urbanistas que deciden que no hacen falta sombras en espacios públicos así? Qué bueno que se dignifiquen los espacios, las calles, pero sería mejor que se dignificara la calidad de vida de los capitalinos. Yo no creo que haga falta una plaza reluciente, como para la foto, como para el premio de urbanismo, más de lo que hacen falta calles barridas, policías eficientes, iluminación en cada cuadra y semáforos peatonales en cada esquina. ¿Será mucho pedir?

En lugar de esto, se escucha que hay planes por parte de la delegación Cuauhtémoc para peatonalizar una parte de Avenida Chapultepec. Insisto: bastaría con que le dieran mantenimiento. ¿Qué se ganaría con que ese pedazo de avenida sea peatonal?, sólo puedo pensar en antros y especulación inmobiliaria. ¿Qué tal si mejor ordenaran las inmediaciones del metro Chapultepec y, por ejemplo, arreglaran la cercana fuente de 1760, la más antigua de la ciudad, la cual se deteriora entre el reggaeton y los microbuses?

Le estamos dando en la torre a la ciudad. Hablo desde la experiencia: una vez caí en la trampa de vivir en el Corredor “Cultural” Regina y más tarde aposté por habitar a la vera del Corredor Peatonal Madero (o sea que ya no se llama Madero, o sea que Pancho Villa siempre sí podría cumplir su amenaza). En ambos casos tuve al pie de mi ventana ríos de corrupción (y a veces también de agua) y de buenas intenciones y de autoridades con las manos atadas.

Ahora que me he mudado a República de Cuba, espero que a nadie se le ocurra peatonalizar, semi peatonalizar o intervenir esta calle. Por acá no urgen cafecitos ni galerías ni corredores culturales ni que le quiten la pátina a los monumentos ni que se gasten los millones en parques de bolsillo que se pagan con nuestros bolsillos ni que se activen procesos de gentrificación (que en el DF debería llamarse antrificación).

Lo que queremos es vivir bien, que el gobierno local garantice el cumplimiento del artículo 25 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, que dicta que toda persona tiene derecho a un nivel de vida adecuado que le asegure bienestar. O pueden o no pueden. Merecemos seguridad, limpieza y orden. Más Juan Vicente de Güemes y menos Plutarco Elías Calles. Autoridades: recuperen la ciudad, no los espacios públicos.

(JORGE PEDRO URIBE LLAMAS)