‘Rescate prehispánico en el DF queda en el limbo’: @alexsanchezmx

*Primera de cuatro partes

Han pasado seis años desde la declaratoria patrimonial que hizo el GDF al juego de la pelota prehispánica para salvarlo de la extinción, promocionarlo y atraer nuevas castas de jugadores. Los peloteros que quedan, sin embargo, ni siquiera tienen una cancha que permita hacer competiciones ni torneos.

Curiosamente los peloteros sufren más ahora que antes para practicarlo. Por distintas causas, desde que el gobierno de Marcelo Ebrard sorprendió con la demolición de las históricas canchas de Balbuena, un año después de hacer la declaratoria oficial, que durante más de 50 años albergó a los integrantes del juego de pelota mixteca y tarasca, principalmente, ninguna alternativa ha convencido del todo a las partes.

En aquellas canchas acondicionadas en llanos de la Venustiano Carranza, denominados Pasajuego Balbuena a partir de que el flujo de la migración comenzó a ser detonante en la ciudad de México, se levantaron oficinas de la Secretaría de Seguridad Pública del DF para instalar el C4, como se le conoce al Centro de Control, Comando, Comunicaciones y Cómputo.

La Asociación Mexicana de Jugadores de Juegos de Origen Prehispánico A.C. y autoridades capitalinas tienen versiones encontradas sobre la falta de un proyecto terminado. Lo cierto es que, a partir de las intenciones de desaparecer las canchas, los propios peloteros se movilizaron para impedir que los trascabos y aplanadoras cayeran sobre las canchas. Presentaron argumentos elaborados por antropólogos e historiadores con aval de la UNESCO que derivó en el inicio de la promoción de la declaratoria.

Hoy, sin embargo, hay voces en el gobierno de Miguel Ángel Mancera que señalan que sino fuera por la asistencia gubernamental entonces sí el juego ya hubiera desaparecido. No obstante, la principal cancha, adonde se transfirió el pasajuego de Balbuena en el Deportivo Pelón Osuna no tiene mallas de protección para la pelota, hecha con un material de goma pura con un peso de 400 gramos y que al ser golpeada con un guante de casi cinco kilos de peso alcanza velocidades que representan una amenaza para los transeúntes.

Tampoco hay desagüe, lo que provoca inundaciones que impiden el juego. Y los peloteros refieren que la orientación en que se instaló la cancha complica los partidos debido a que está directamente hacia la luz solar.
Funcionarios del gobierno central, cuyas entrevistas serán presentadas en nuevas entregas, aseguraron a Máspormás DF que han ofrecido una carpeta con 40 opciones para un nuevo complejo de pasajuego, pero también aceptaron que el trámite ha sido lento, sobre todo, cuando el proyecto requiere el aval de la Secretaría de Cultura local, así como de las delegaciones en que se acuerde instalar las nuevas canchas. Per sobre todo el mayor reto, aceptaron, es la suministración de recursos que implica el proyecto.

Excavadoras muerden la tierra

El riesgo de desaparición del juego de pelota mixteca empezó una madrugada de junio de 2009 cuando los dientes amarillos de una excavadora mordieron la tierra en las canchas de Balbuena.

Cuando el chofer de otra excavadora manipuló la pala e introdujo los dientes en el nacimiento de las bases de concreto que soportaban el enrejado a lo largo y ancho de toda la cancha, luego otra siguió con los baños y las graderías, el estruendo sacó de sus camas a vecinos de la zona. Uno tomó inmediatamente el teléfono e hizo una llamada.

-¡Cornelio, están desmadrando la cancha!- alertó con la voz atrabancada al vocero de la Asociación de Jugadores de Juegos de Origen Prehispánico.

Pero ya no se pudo hacer nada. Los demoledores actuaron con pericia a pesar de que la Comisión de Derechos Humanos del DF y antropólogos se había pronunciado para impedirlo.

Tan sólo les bastaron unos minutos para convertir en ruinas el Pasajuego de Balbuena, junto al deportivo Venustiano Carranza.

Pero los jugadores no se rindieron. Al menos ganaron que se reinstalaran las canchas para preservar el juego prehispánico y atraer jugadores de nueva generación.

En este tiempo, sin embargo, los jugadores se redujeron a menos de 300 en la ciudad de México.  Y por si fuera poco, desafortunadamente, sólo un hombre y su hijo quedan vivos para fabricar los guantes para el deporte.

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Mañana no se pierda la entrevista con Juan José García Ochoa, subsecretario de Gobierno del DF:

“El juego de pelota prehispánico no es futbol”

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(ALEJANDRO SÁNCHEZ GONZÁLEZ)