Ciudad de Necios | Nuestra calidad

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No respires, no respires, no respires, aguanta, no respires, no respires

¿Qué nos queda? Retener la respiración hasta ponernos rojos, luego morados y luego blancos por la muerte. Tengo amigos que han tomado una decisión importante en su vida: dejar de fumar. Lo han hecho porque no les quedaba de otra si querían seguir viviendo.

Luego pensé que de todos modos nos está cargando la chingada. ¿Por qué lo digo? En 2016 hubo 212 días con “mala calidad del aire”. ¿Eso qué significa? Que quienes estuvimos en la CDMX esos días y en esas zonas de mayor contaminación “fumamos” un equivalente a 40 cigarros en 24 horas. Lo siento por mis amigos que dejaron de fumar.

¿Salir a caminar para “disfrutar el día” ya no es sano? En un mal día para el aire, que son más de 200 al año, los chilangos creen salir a “respirar aire limpio” mientras dan su vuelta godín para bajar la comida antes de regresar a la oficina; pienso en aquellos que deciden caminar 30 minutos rumbo a la estación del Metro para “hacer algo de ejercicio” en el día; imagino a los que salen por la noche en sus shorts cortitos y tenis nice para correr y abonar “a su buena salud”; pienso en los ciclistas quienes diariamente van junto a los cientos de camiones que desaparecen tras esa cortina de humo que los impulsa para transportar mercancías; pienso en todos ellos y en mí como si tuviéramos un respirador artificial invisible pero pegado a la boca y a la nariz, del cual no sale más que el humo de 40 cigarros mientras hacemos todas estas actividades. Sí, así se siente el terror. Es la crónica de la contaminación diaria. ¿La crónica de nuestro suicidio colectivo?

El año pasado, según un estudio de Global Urban Ambient Air Pollution Database realizado por la Organización Mundial de la Salud, Monterrey resultó la ciudad más contaminada, seguida por Toluca, Salamanca, León, Irapuato, Silao, Puebla y la CDMX. Ciudades industrializadas que privilegian el desarrollo económico de los de siempre por sobre la salud de los que vivimos en ellas.

¿Qué nos trajo hasta aquí? Las respuestas están en los diagnósticos de esta ciudad sobrediagnosticada: el mal uso del auto, la contaminación de los vehículos oficiales, de las industrias, la falta de infraestructura de transporte público para los ciudadanos, la ausencia de políticas verdes, etcétera. Programas emergentes van y vienen, esfuerzos por mejorar tantito dan la vuelta por las lenguas de los discursos oficiales; sin embargo, durante el 2016 hubo un aumento de 86% en casos de conjuntivitis relacionado con la “mala calidad del aire” y 56% en neumonía y bronconeumonía, en comparación con 2015; en total hubo 7,237 casos de asma y 844,156 casos de infecciones respiratorias agudas.

Con qué autoridad moral podríamos pedirle a una ciudadana que deje su automóvil en casa y use el transporte público si a su colonia no llega un camión seguro y eficiente, si a esa ciudadana la asaltaron la semana pasada en la combi y tiene miedo de que la agredan sexualmente como lo han hecho con algunas amigas suyas.

Según la Comisión Ambiental de la Megalópolis (o MegaPROBLEMÓPOLIS, como yo la llamo), no hay un solo ciudadano que respire “buena calidad del aire”. Somos una ciudad de necios, —autoridades y ciudadanos—, tal vez por eso nueve mil personas fallecen al año por enfermedades respiratorias. No importa que hayan dejado de fumar.

(Foto: Cuartoscuro)