Ciudad de necios | Foto-multas o selfie-transas

Ciudad

Retratos de momentos vergonzosos. Chilangos que aman las fotos, pero odian las multas. Y empresarios que supieron hacer negocio de este drama

Los chilangos somos máquinas de tomar selfies. Es más, los que vivimos en esta ciudad en buena medida nos explicamos mediante esas imágenes: selfie, luego existo. Si no te tomaste una selfie, nadie te cree que hayas hecho tal cosa o que hayas estado en dicho lugar. Es muy difícil que te crean si no lo compruebas con una selfie. Esas fotos son parte de nuestra bitácora cotidiana: selfie en el andén atascado del Metro, selfie junto al güey que se quedó jetón, selfie junto a una dama bien guapa, selfie llegando a clase, selfie con el coche nuevo, selfie en “lunes, inicio de semana, ¡ánimo!”, selfies que invaden Facebook los miércoles “ombligo de semana, ¡venga! Ánimo” (¡los quiero matar!), selfie con la mamá, con el ex, con la novia “de orita”, selfie enseñando pompi, selfie junto al famoso, selfie con mi perrito y hasta selfie de perrito.

¿Por qué si nos gustan las selfies nos cagan las fotomultas? Porque las selfies son gratis y las fotomultas son caras; porque las selfies son, sobre todo, divertidas y las fotomultas son una patada en los huevos (o en los ovarios, asegún el o la infractora). Si bien al chilango le encanta ser retratado mientras sonríe, no le gusta que lo fotografíen contra su voluntad y menos si es en su coche y menos aún si la imagen incluye su placa.

Y no porque les dé pena que el portaplaca sea de los Cazafantasmas, o porque tenga la bandera de Alemania y esté enmarcada como si fuera placa de la Unión Europea (así somos de mamadores), menos porque junto a la placa cuelguen testículos de toro esculpidos en hierro. Simple y sencillamente nos cagan las fotos que nos exhiben haciendo algo mal.

Peor: al chilango le caga que las fotomultas que cobra Autotraffic no se discutan, que lo obliguen a pagarlas y que lo dejen sin defenderse o discutir. Tal vez lo que nos encabrona es que no nos dejan dar mordida para evitarlas o que no podemos regatear la multa, porque un chilango que no regatea, no es chilango.

Los chilangos alegan: ¿por qué no tenemos derecho a reclamar una equivocación de la autoridad? La autoridad responde: porque tienes que confiar en la autoridad y te chingas. Pero, a ver: ¿y si me cobraron por error esa multa? Te callas y pagas. ¿Y si quiero ver la foto que compruebe que violé el reglamento? Nel, pagas o no te dejamos verificar, vender tu coche o hacer cualquier trámite relacionado con él. Punto y San Se Acabó.

Fueron 200 millones de pesitos los recaudados en 2016 por fotomultas, de los cuales le tocarían a la empresa 70 millones, el 46%, según el contrato que firmó el gobierno de esta ciudad. Pero Autotraffic cobrará 120 millones de pesos, ¡¿ah, chingáyporqué?! Nadie sabe, nadie supo. De diciembre de 2015 a enero de 2017 se contaron 936 mil foto multas. ¿Más que las selfies que nos tomamos los chilangos? Casi.

El chantaje de la autoridad: las fotomultas son para evitar accidentes. Ajá, está bien, es verdad que hay conductores imbéciles que manejan con las patas, conductoras irresponsables que no respetan las reglas, a los que hay que meter en cintura, pero para un chilango el salvar vidas no es razón para una multa, ¡no chinguen! ¿Por qué a mí y a él no? ¿Y los demás? ¿Y los puentes que faltan? ¿Y las zebras mal pintadas? ¿Y las banquetas mal hechas? ¿Y el transporte público que maneja sin frenos, con autos destartalados, que no respetan ni a su abuelita en la calle? ¿Y el dinero público de las fotomultas dónde está?

El asunto es simple: ¿les molesta que alguien más se haga millonario con nuestras infracciones? ¡Pues dejémoslas de cometer! Sin infracciones no hay multas y se acabó el negocio, ¿no? Pero a los chilangos nos gusta salir en la foto. Un día alguien se dio cuenta de esto y puso un negociazo. Si del cielo te caen infracciones chilangas, hazte un jugo millonario con ellas.

(Foto: Cuartoscuro)