El jazz espiritual de Juan José López

Ciudad

El guitarrista Juan José López, líder del quinteto homónimo formado hace un año, tiene más de dos décadas de trayectoria y ha colaborado con artistas como Armando Manzanero, Eugenio Toussaint y Kalimba.

¿Por qué elegiste el nombre de Cabaku para este disco?

Es una palabra que inventó mi hijo Mateo cuando tenía tres años. Le gustaba ponerle nuevos nombres a todo y, una vez, señaló al cielo y lo nombró “cabaku”. Para mí, fue especial ver cómo un niño bautizaba algo sagrado.

Este disco es un reflejo de mi mundo interior. Si ves el título de las canciones, cada uno refleja el estado de mi vida interior, lo que yo estaba viviendo en ese momento, y mi espiritualidad. En realidad casi no hablo de esto: soy cristiano, pero para mí es una experiencia íntima y no voy por la vida intentando convencer a la gente para que crea lo mismo que yo. La manera que he encontrado para hablar de mi espiritualidad es haciendo música.

“Jericó”, una de las primeras canciones que hice, proviene de La Biblia: el pueblo de Israel permaneció 40 años en el desierto hasta que Dios les señaló que podían tomar la Tierra Prometida. Entonces, el primer lugar en el que se asentaron fue Jericó, pero para ello, Dios les dio instrucciones: tuvieron que dar siete vueltas alrededor de la muralla de esa tierra, una por cada día de la semana. Iban con tambores, cánticos y cuernos, y al final, en la séptima vuelta, todos debían cantar. Al hacerlo, cada muro cayó. Para mí, la historia de Jericó es eso: un día tu ceguera se va y puedes ver todo de forma más clara. Esa ceguera puede ser una barrera psicológica o emocional. En mi caso, se trata de una canción que expresa cómo cayeron muchas barreras profundas del pasado.

¿Cómo defines tu exploración creativa?

En definitiva, la inspiración es muy importante: se trata de un momento creativo de iluminación que vives en un momento determinado; te lleva a crear y para algunos artistas, como es mi caso, puede estar muy relacionado con la espiritualidad.

Cuando escribí “La nueva Jerusalén” viví algo así, pero lo que siguió después fueron muchas horas de trabajo. La inspiración tal vez llega durante 10 minutos, y el siguiente paso implica una gran dedicación y tiempo de trabajo en el que uno se enfoca a moldear esa inspiración experimentada en un momento primario.

Al escribir una canción, la dejo reposar durante varios días y después la retomo. Como intento poner cierta distancia hacia mi trabajo, le dedico muchas horas al trabajo de composición porque busco escuchar cada pieza como si fuera la primera vez. Esa distancia es la que me permite hacer correcciones o reescribir.

Creo que en tu música hay mucho del sonido de la década de 1920, pero también hay algo de free jazz y experimental

Así es. Mi formación es compleja. Un artista, por ejemplo, necesita conocer muy bien la tradición, y yo soy un amante de ella. Sin embargo, nací en una ciudad como ésta, donde se pueden vivir muchas experiencias y se está expuesto a diversas fuentes de inspiración. De joven escuchaba rock y en una época de mi vida toqué free jazz. Obviamente, todas esas influencias están ahí, pero son producto de un proceso inconsciente.

¿En qué otros proyectos colaboras actualmente?

Estoy trabajando con Ingrid Beaujean en los arreglos de su nuevo disco. También estoy colaborando con Iraida Noriega, la Big Band Jazz de México y la Zinco Big Band. Estoy muy contento.

Juan José López recomienda diez discos

Invisible Cinema, de Aaron Parks

Bon Iver, Bon Iver, de Bon Iver

Perceptual, de Brian Blade Fellowship

A Love Supreme, de John Coltrane

Largo, de Brad Mehldau

Islands, de King Crimson

With Dave Holland and Elvin Jones, de Bill Frisell

The Next Step, de Kurt Rosenwinkel

In Rainbows, de Radiohead

Led Zeppelin III, de Led Zeppelin

Foto: Lulú Urdapilleta