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Carne y Arena

Ciudad

La exposición Carne y Arena no es un cortometraje documental vivido en primera persona. Tampoco es un ejercicio tecnológico para mostrar las posibilidades de utilizar unos lentes de realidad virtual Oculus Rift en un proyecto fílmico. Tampoco es una más de esas “experiencias” que buscan con ansiedad las marcas para distinguirse las unas de las otras o los espectadores para palomear en su lista de momentos especiales. Carne y Arena es un breve pero poderoso ejercicio de empatía que nos desplaza de la cómoda zona de espectador para convertirnos en incómodos testigos de la experiencia que suelen padecer migrantes mexicanos y centroamericanos en sus intentos por cruzar la frontera con Estados Unidos. Un trabajo inmersivo que nos hace virtualmente presentes y físicamente —dolorosamente— invisibles. A finales de octubre, la Academia dio a conocer que otorgaba un Óscar especial a este trabajo de Alejandro González Iñárritu y Emmanuel Lubezki “en reconocimiento de una experiencia visionaria y poderosa en la narración de historias” y por “haber abierto nuevas puertas de percepción cinematográfica”. Pero han abierto también una potente vía de acceso a realidades que nos resultaban cómodamente ajenas y que nos deja con una inquietud final: el deseo de transformar la conmoción, el desconcierto, el corazón magullado en acción. ¿Será la realidad virtual la que nos restaure la capacidad de sentir lo que el otro siente? Carne y Arena tiene por lo menos una respuesta.

La instalación, cuyo recorrido dura seis minutos y medio, se presenta en el Centro Cultural Universitario Tlatelolco martes y miércoles de 9 a 20:45; jueves a sábado de 9 a 23:45; y domingo de 9 a 18 horas. Los boletos, que cuestan $300, solamente pueden adquirirse a través de la siguiente página web: carneyarenatlatelolco.com.

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