Leyendas chilangas… Higinio “el Pelón” Sobera

Ciudad

El 11 de mayo de 1952 la Ciudad de México se vio atemorizada por un asesino serial conocido como “el Pelón” Sobera.

Higinio Sobera de la Flor, mejor conocido como “el Pelón” Sobera, nació en la Ciudad de México en 1928; su padre José Sobera fue un emigrante español que hizo su fortuna en Tabasco. Su madre, Zoila de la Flor, era hermana del exgobernador del estado y magistrado del Tribunal Superior de Justicia, Noé de la Flor Casanova. Higinio tuvo un hermano mayor que terminó en un manicomio de Barcelona tras tener una crisis nerviosa y el mismo Higinio pudo ser recluido en un manicomio ya que solía reírse solo, hablaba muy raro —de una manera casi indescifrable— y era frecuente que creyera que los extraños lo insultaban.

Doña Zoila de la Flor se negaba a creer que su segundo hijo tuviera problemas mentales. Y todo su comportamiento lo justificaba al decir que la sorpresiva muerte de su padre lo mantenía así, aunque se tiene registro que desde muy pequeño solía comportarse mal (lo que determinó su expulsión del Colegio Franco-Español) y que fue internado en el sanatorio mental La Floresta, de donde escapó. Su madre no aceptaba la realidad porque no concebía heredarle a un hijo con problemas mentales toda su fortuna. Aunque no lo reconociera, Higinio se ponía tenso en lugares cerrados, no lograba concentrarse y sólo se sentía bien en lugares silenciosos. Pasaba sus tardes caminando por el Bosque de Chapultepec o en los cabarets más caros de la ciudad en los que gastaba grandes cantidades de dinero.

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El apodo se le debe a que, tras decir que le dolía el cabello, su madre lo llevó a una estética donde lo raparon. Y, desde ese momento en adelante, así que siempre se le veía: rapado y con una boina. Su vida transcurría entre excesos solapados por su madre hasta que el 11 de mayo de 1952 cometió un atroz asesinato. Ese día, el capitán Armando Lepe Ruiz —un militar y exmiembro del servicio secreto que, tras retirarse, se hizo muy conocido en el mundo de la charrería— iba acompañado por su esposa María Guadalupe Manzano López en su auto Buick 51.

Mientras manejaba por la colonia Roma se encontró con Higinio Sobera quien lo rebasó con brusquedad en dos ocasiones. En el alto de la esquina de Insurgentes alcanzó a Sobera para reclamarle, lo que desató la furia del loco. Sobera les gritó insultandolos y sacó su arma, con la que soltó 5 disparos hacia el militar y lo mató. A pesar de que había un policía cerca de la zona, Higinio logró escapar. Hubo testigos que vieron las placas del auto Plymouth 76-155 y, con estos datos, los policías no tardaron en saber que el auto correspondía a Higinio Sobera, quien vivía en la calle de Uruguay en el Centro Histórico.

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Los policías llegaron a la casa de Higinio donde sólo encontraron a su madre, quien entre lágrimas dijo que su hijo estaba enfermo y que era un buen muchacho, aseguró que al darse cuenta que había matado a alguien se entregaría a la policía o, peor aún, se suicidaría. También les dijo que, de saber algo de su hijo, hablaría a la policía; aunque, en realidad, horas después del asesinato, Doña Zoila y su abogado iniciaron los trámites para sacar al “Pelón” Sobera del país. Mientras resolvían cómo sacarlo de México, lo instalaron en el Hotel Montejo, ubicado en Anzures. El 13 de mayo fue capturado en la habitación 108 del hotel cubierto de sangre.

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Tras su aprehensión, se le acusó de haber matado a Arnoldo Galván Santoyo, un joven de 18 años asesinado a tiros desde un auto verde cerca de los Viveros de Coyoacán, aunque nunca se pudo comprobar si fue o no Higinio.

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Lo que sí pudieron corroborar fue el asesinato de Hortensia López: el 12 de mayo, después del asesinato del militar, “Pelón” Sobera mató a Hortensia mientras se dirigía a ver a su prometido al hospital, quien había estado en un accidente automovilístico y estaban por darlo de alta. Mientras esperaba tomar un taxi en la colonia Juárez, un hombre se le acercó para invitarla a salir; ese hombre era Higinio Sobera quien, deslumbrado por su belleza, pensó en cortejarla. Hortensia no estaba interesada en salir con él, así que, tras tanta insistencia, sólo lo ignoró. Cuando pudo tomar su taxi, el Pelón se subió con ella gritándole que no lo dejara. Ella le informó al taxista que no lo conocía, pero cuando lo hizo, Higinio sacó su arma y pidió al taxista que siguiera su rumbo. Tras un intento fallido por salir por la otra puerta, Hortensia fue asesinada por el “Pelón”. Al llegar a las rejas de Chapultepec, Higinio bajó al chofer del auto y siguió su camino.

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Se supo que el “Pelón” Sobera llevó a la joven muerta a la posada Palo Alto donde cometió necrofilia con el cadáver de Hortensia y se quedó dormido abrazándola. Más tarde, el cuerpo de Hortensia fue encontrado en una zanja de la carretera México–Cuajimalpa. Tras su encarcelamiento, confesó la muerte de Hortensia. Lo describió como “una mera puntada que me alcancé”. Tras las investigaciones, y por declaraciones de la gente de la limpieza en su casa, se pensó que en realidad cometió más crímenes pero nunca se pudieron comprobar.

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Higinio “el Pelón” Sobera estuvo en la cárcel de Lecumberri por los dos asesinatos y después lo trasladaron al hospital psiquiátrico Samuel Ramírez Moreno del Valle de Chalco en el Estado de México, de donde salió en 1985. Se dice que en sus últimos años se le veía alimentando patos en Xochimilco. Murió de causas naturales en 1992.