Contracultura pop | Primero Trump, ahora Kid Rock

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Pues resulta que Kid Rock, esa estrella de rock que ahora galopa en las praderas del country, aspira a un asiento en el senado norteamericano. No vaya a ser que el efecto Trump le rinda frutos. Y que su victoria inspire a músicos locales.

A finales de los 90, la fusión entre el rock duro y el rap gozó de gran popularidad. Era música perfecta para la angustia premilenio, adoptada con el mismo fervor tanto por adolescentes azotados como por los encargados de musicalizar videos de deportes extremos. Nu-metal, le llamamos algunos medios, en nuestro necio afán de ponerle etiqueta a todo. Era el manto que arropaba a bandas como Limp Bizkit, Rage Against The Machine, Korn, P.O.D., los ahora muy presentes Linkin Park y un tipo del que nos ocuparemos a continuación llamado Kid Rock.

Este hombre (en sus documentos oficiales dice que se llama Robert James Ritchie) se dio a conocer con canciones en las que combinaba su amor por el rock y su habilidad para rapear. El disco que lo convirtió en estrella es Devil Without a Cause, de 1998. Sin embargo, poco a poco se fue moviendo hacia el rock sureño, el blues y el country, música apreciada en los llamados estados rojos, en los rincones más conservadores de los Estados Unidos. Su discurso también se fue transformando. Se convirtió en una voz contra todo lo liberal.

Ha sido de las pocas celebridades que públicamente han expresado apoyo a Trump. Recordemos las dificultades que enfrentó el comité organizador de su ceremonia de inauguración reclutando talento musical para el evento.

Sin embargo, Rock no ha tenido reparos en manifestar simpatía por el Presidente de Estados Unidos e incluso, en abril de este año, fue invitado de honor —junto con Ted Nugent, otro rockero chiflado y de ultra derecha, y Sarah Palin— en la Casa Blanca.

Probablemente siguiendo el ejemplo de Trump, Kid Rock ha anunciado sus aspiraciones políticas. Piensa competir por un asiento en el Senado, representando a su estado natal, Michigan, en las elecciones del 2018. El primer paso es ser nominado por su partido, el republicano.

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Aún no ha aclarado la seriedad de su anuncio. Hay medios que aseguran que no va a competir. Tiene en su contra un currículo con suficientes escándalos como para que nadie le vea posibilidades reales de una carrera política: broncas en sitios públicos, sex tapes, un divorcio escandaloso de Pamela Anderson y mucho más. Sin embargo, Elizabeth Warren, la influyente senadora demócrata, ya advirtió que habrá que tomárselo en serio: “Quizá sea una broma, pero todos pensamos que Trump estaba bromeando cuando bajó de las escaleras eléctricas de la Trump Tower y anunció su campaña. Y sí, quizá solo sea un truco mercadológico para su nuevo álbum o gira, pero, también, todos pensamos que Donald Trump solo estaba promoviendo su serie de reality tv”. Además, como el ahora Presidente, Rock se ha vendido como un tipo que desafía a la autoridad, a la burocracia, regido bajo sus propios códigos, y en estos momentos eso parece estar conectando con buena parte de los electores norteamericanos. Además, la que sería su oponente del bando demócrata ha hecho añicos a dos rivales más “tradicionales” en las últimas elecciones. Dicen analistas que quizá la forma de darle competencia sería con un candidato menos ortodoxo.

Habrá que darle tiempo a la situación para ver qué rumbo sigue. Solo espero que no le dé ideas a nuestras estrellas de rock nacional. Tan solo imaginar al senador Alex Lora me da escalofríos. Ya con Carmen Salinas tenemos.