Milpa Alta quiere ser más verde

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Esta delegación convertirá basura en electricidad y gas natural para ser la zona más sustentable de la CDMX

ARTE: MICHEL LARIS

Existen galletas, tortillas, dulces, jugos y hasta cerveza de nopal, pero convertir dicho fruto en electricidad será posible a partir de mayo, cuando la primera planta biodigestora instalada en la CDMX ilumine un mercado y haga funcionar una tortillería.

Esto gracias a un “laboratorio viviente”, que actualmente trabaja en fase piloto en la delegación Milpa Alta y que ocupa restos de frutas y verduras para generar electricidad.
El Centro de Acopio Nopal Verdura es la sede del proyecto, y sus 300 locatarios producen hasta nueve toneladas de desechos orgánicos al día que “alimentarán” la planta, la cual podrá transformar de tres a cinco toneladas en combustible natural.

El sistema MBio comenzó a diseñarse en 2010 por el grupo de investigadores Sustentabilidad en Energía y Medio Ambiente (Suema), pero cinco años después logró la aprobación de la delegación Milpa Alta y un financiamiento de 13 millones de pesos por parte de la Secretaría de Ciencia, Tecnología e Innovación (Seciti).

“El objetivo de colocar la planta en un lugar de abasto popular es hacer que las personas sepan que, además de los tiraderos, hay alternativas para el manejo de sus residuos. Permite que se involucren en el proceso y que además vean que la tecnología es aliada en estas tareas”, explica Nelly Mejía, directora de Experimentación para el Desarrollo Tecnológico de Suema.

El digestor anaerobio, que consiste en un tanque de acero de carbono de ocho metros de alto y cuatro y medio de diámetro, fue diseñado desde cero, pues “en México no existen transformadores para espacios pequeños y cantidades de desechos similares a las que se producen en mercados y centros de abasto. Los que hay son de origen europeo y para uso industrial”, explica Mejía.

Un artefacto necesario para una capital en la que cada día se producen 12 mil 893 toneladas de basura, casi un kilo y medio por habitante, según datos del Inventario de Residuos Sólidos, de los cuales se estima que más del 20% podrían ser orgánicos.

La mayor parte de estos desechos provienen de las delegaciones Milpa Alta, Magdalena Contreras, Azcapotzalco y Tlalpan, además de mercados como la Central de Abasto, La Merced y Jamaica.
Actualmente la Secretaría de Medio Ambiente (Sedema) tiene como alternativa la generación de composta en ocho plantas, que en conjunto producen 121 mil 657 toneladas anuales y que son utilizadas para mejorar los camellones, parques y jardines, sin embargo, la de Milpa Alta podría ser el primer esfuerzo para convertir desechos en energía y, a mediano plazo, ser replicable en diferentes zonas de la capital.

El tiradero ve la luz
El proceso de convertir el desecho orgánico en electricidad inicia con la pela del nopal que venden los locatarios del Centro de Acopio Nopal Verdura, quienes depositan los desechos en contenedores para la basura.

Una vez reunidos, una persona revisa que los residuos no estén mezclados con objetos no degradables antes de pasar a la fase de trituración, y ya molidos, ingresan al tanque digestor para ser transformados.

“Es un sistema cuyo calor proviene de paneles solares que, al alcanzar temperaturas entre los 50 y 70 grados, facilitan el trabajo de un grupo microbiano encargado de la degradación de la materia y la producción de biocombustible que tiene dos fines: la cocción de alimentos al funcionar como un gas natural o la generación de electricidad”, explica Nelly Mejía.

Detalla que la prioridad es obtener electricidad, pues entre las metas está suministrar energía a las luminarias del Centro de Acopio, ser una fuente alterna a los paneles solares del biodigestor y apoyar a una tortillería cercana a la planta.

Una vez que opere en forma, la planta producirá 170 metros cúbicos de biogás equivalente a 175 kilowatts por hora al día, con lo que se podrían encender 9,600 focos ahorradores, según la Secretaría de Ciencia, Tecnología e Innovación.

Además de esos beneficios, la reducción del desecho producirá una tonelada diaria de lodo mejorador de suelos o abono natural para las plantaciones de la delegación, sin contar que se mejorará la imagen urbana y se reducirán los viajes en auto para trasladar la basura a rellenos sanitarios.

De la ambición a los hechos
Aunque el Plan Integral de Manejo de Residuos Sólidos de la CDMX 2013-2018 anunció la operación de una compactadora de residuos y la primera planta de biodigestión ubicada en la Central de Abasto, el proyecto quedó a medias.

Mientras tanto, el que se ha desarrollado a la par y sin tanto revuelo está listo en un 95% y, de acuerdo con Nelly Mejía, investigadora de Suema, un objetivo es cumplir las metas de la primera planta para entonces presentar proyectos que hagan viable replicarla en distintas zonas de la capital.

“Este será nuestro referente. Un ideal es tener más biodigestores en mercados públicos e incluso en parques. Quitar la idea de que tener una planta en una colonia implica suciedad. Todo lo contrario. Significaría acercar a la gente a esta tecnología, reducir los desechos orgánicos y concientizar a las personas por lo que producen”, explica, pero también de reducir lo que tiramos.

En cifras:

    • 3 mil millones de pesos es lo que cuesta darle disposición final a los residuos de la capital.
    • 52% de la basura orgánica que recogen los camiones no se recicla, pues está mezclada.
    • 2015 fue el año en el que empezó la construcción del biodigestor en la delegación Milpa Alta.