Foto: Lulú Urdapilleta.

A usar el ritmo como guía

Especiales

En su búsqueda incansable de música de herencia africana y latina que luego compartirá en alguno de sus sets, Carlos Icaza, mejor conocido como Tropicaza, ha sido lo mismo acumulador de discos que baterista de múltiples bandas

Por Jesús Pacheco

Esta semana podremos acercarnos, en dos distintos momentos, a dos facetas de un personaje de aires legendarios en la escena musical capitalina: Carlos Icaza, a quien más habitualmente se le refiere como Tropicaza.

Mañana sucederá la más reciente de sus fiestas mensuales A mover el bote, que lleva casi una década organizando el primer miércoles de cada mes —desde hace cinco años en la Pulquería Los Insurgentes—, y en las que busca estimular otras formas de bailar, siempre con sus más recientes descubrimientos musicales.

Ahí escucharemos uno más de sus delirantes sets repletos de joyas y rarezas discográficas. Pero también podremos hacerlo en Fascinoma, el festival que naciera el año pasado en Atlixco, Puebla, pero que este año debió mudarse a la ciudad luego de que el balneario donde sucedería resultara afectado tras el sismo del 19 de septiembre.

La otra faceta de Tropicaza que atestiguaremos ambos días será la de promotor de proyectos que presentan de manera impresa sus investigaciones musicales. Dará a conocer Ojos suaves, libro que documenta la historia de varios sonideros en distintas ciudades del país y para el que colaboró con la fotógrafa Mirjam Wirz y José Ortega “Morelos”, quien viajara en los años 70 a Centro y Sudamérica para importar discos exclusivos para muchos de aquellos sonideros. El libro es el tercero de una serie de la que forman parte Sonidero City y Panther’s Collection.

“La historia de estos libros que ha hecho Mirjam y con los que hemos colaborado es en torno a los equipos de sonido callejeros de la Ciudad de México, de Colombia y de otras ciudades”, explica Tropicaza, “en este libro exploramos la historia de algunos de los más antiguos”.

A mover el bote con Tropicaza

“La música que se toca en A mover el bote es altamente bailable”, explica Tropicaza, “y proviene de todos los continentes, de todos los países que tengan una influencia o una herencia africana”. Esa misma descripción puede aplicarse a uno de sus sets.

Tropicaza elude referirse a géneros musicales específicos. Prefiere decir que sus vinilos tienen cierta riqueza rítmica.

A mover el bote es una fiesta donde reina el baile, que pasa por una especie de concurso —se regalan pulques a los mejores pasos cada cierto número de temas— y que es, al final, una reunión catártica entre gente que, sencillamente, no puede no bailar y a la que le interesa hacerlo con la mejor música grabada posible.

Tropicaza es un investigador de lo rítmico, lo mismo en su búsqueda incansable de música que luego compartirá en alguno de sus sets, que como divulgador de esas investigaciones en alianza con otros ritmofílicos o como baterista de bandas como El Pan Blanco, Evil Hippie, La Redada Fantasma, Los Esquizitos o Las Comadrejas (aunque ha colaborado con decenas de bandas más).

Eclecticismo en los genes

Los primeros contactos de Tropicaza con la música sucedieron en el entorno familiar. Su primer disco se lo obsequió un tío muy aficionado a escuchar música y coleccionar discos, y su papá compraba un disco a la semana, lo mismo de Los Panchos o Lola Beltrán, que de Kiss o Michael Jackson.

“No tenía un gusto específico, aunque sí se inclinaba a la música vernácula”, explica. A ambos, a su papá y al tío Gustavo, podríamos deberle el eclecticismo que hoy le conocemos a Tropicaza. El tío Gustavo le regaló Cherry Red, de los Bee Gees, cuando era todavía un niño.

Y el disco más reciente que recuerda haber llegado a su colección —hace unas semanas— fue un vinilo de un organista mexicano, El Pollo de la Rosa. Entre aquellos discos tempranos y el último que arribó a su colección se han acumulado miles, de cuyo eclecticismo y rareza podemos tener un asomo en cualquiera de sus sets.

Muy recomendado, por ejemplo, “Muy pero muy muerto”, el especial de Día de Muertos que preparó hace tres años para Dublab, donde hizo convivir a Ramón Ayala con Los Saicos o una versión de Ghostbusters a cargo de La Banda Super Macho. Escúchalo en goo.gl/jF91Jk.

“Estamos acostumbrados a que la música es algo que podemos clasificar. Todo lo que está a nuestro alrededor puede ser música: una oración, un río corriendo o un fluir de automóviles.

“En los mixes que hago muestro justamente que la música es una sola cosa. Toda esta idea de los géneros, los estilos y las décadas me parece una cosa muy aburrida”.

Otra oportunidad para escuchar uno de sus mixes será a través de Mi Valedor, la revista elaborada por gente en situación de calle. En el número más reciente, “La banda sonora”, se exploran diferentes aspectos de lo sonoro en la Ciudad de México.

La primera parte del disco incluye grabaciones hechas por Julián —tecladista de La Redada Fantasma—, con músicos del Centro y algunos valedores cantando. Y la segunda parte del mix son canciones que Tropicaza escogió para la ocasión y que tienen que ver, según su perspectiva, con una idea: que la gente que vive en la calle es la que está preparada para vivir lo que viene. “Para mí es la gente que nos está mostrando el camino a seguir”.

En cifras:

  • 15 DJ’s, incluido Tropicaza, se presentarán en Fascinoma.
  • 4 décadas ha vivido Tropicaza en la Ciudad de México.
  • 57 ediciones ha acumulado ya la serie de fiestas A mover el bote.