50 años del EPR, por @DiegoEOsorno

Al sur de México, en la Oaxaca de los años sesenta, a un pequeño grupo de jóvenes, quienes por la mañana trabajaban como burócratas en la Secretaría de la Reforma Agraria y por la tarde formaban parte de la Liga Leninista Espartaco, los sueños revolucionarios de la década se les fueron metiendo en la cabeza. Buscaron a campesinos para asesorarlos en la lucha por la tierra, reclutaron a otros estudiantes para tareas de agitación y empezaron a organizar a obreros y a colonos, inspirados en los aires de la doctrina de liberación nacional que por entonces recorrían América Latina. El triunfo de la Revolución Cubana en 1959 y la guerra estadounidense iniciada en Vietnam en 1964 fueron el telón de fondo bajo el cual se creó la organización clandestina que medio siglo después continúa operando, ahora bajo el nombre de Ejército Popular Revolucionario (EPR), el grupo guerrillero más antiguo de México y del continente americano, junto con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).

 En sus 50 años de historia, la organización político-militar que, en comparación con el EZLN, fue definida por el gobierno de Ernesto Zedillo Ponce de León, e incluso por analistas de izquierda, como “la guerrilla mala”, tuvo otros dos nombres antes de usar el de EPR. Los jóvenes que pusieron en segundo plano sus deseos personales y fundaron el grupo -en buena parte miembros de la modesta familia Cruz Sánchez del centro histórico de la ciudad de Oaxaca- inicialmente lo nombraron Organización Revolucionaria Clandestina.

Un extenso e inusual documento emitido por la Comandancia General del grupo, titulado “Un poco más de historia”, relata el origen y transcurrir de la agrupación armada, cuyo histórico hermetismo le ha permitido seguir operando en el país en los inicios del siglo XXI, como sucedió de forma notoria en 2007 y 2008, cuando realizó una serie de actos de sabotaje en contra de instalaciones de Pemex, sin que hasta la fecha, y pese a los amagues públicos del expresidente Felipe Calderón, haya sido detenido uno solo de los participantes en la acción realizada para exigir la presentación de sus militantes Edmundo Reyes Amaya y Gabriel Cruz Sánchez, este último hermano de Tiburcio Cruz Sánchez, fundador y  actual líder eperrista.

Los otros fundadores del grupo armado, quienes hoy tienen poco más de 60 años, desde sus primeros días guerrilleros tuvieron como táctica relacionarse con la mayoría posible de las luchas sociales del sur del país, aunque desde entonces preferían permanecer detrás de los reflectores, “o sea sin aspavientos ni actitudes histriónicas, sin importar que los que estaban a la cabeza de sus organizaciones se llevaran el prestigio y las palmas”. Su objetivo era sembrar las semillas de la revolución al organizar el descontento que había. El grupo comisionaba a ciertos militantes para estar en cualquier movimiento que surgiera, no importando si era del Partido Comunista Mexicano (PCM), la Liga Leninista Espartaco u otras organizaciones. Uno de sus primeros éxitos dentro del mundo de la izquierda subterránea fue el haber impulsado la Central Nacional de Estudiantes Democráticos (CNED), en Guanajuato, estado en el que, debido a la importante ascendencia de los cristeros, algunos dirigentes comunistas del Distrito Federal creían que no se podía hacer nada –propaganda, proselitismo, pintas– porque al que gritara socialismo o comunismo, cabía la posibilidad de que lo linchara el pueblo.

(Continuará…)

(DIEGO ENRIQUE OSORNO)