“¿A qué viene tanta iglesia?”, por @jorgepedro

¿Por qué algunos enamorados del pasado nos la pasamos hablando de iglesias? Que si el retablo fulano, que si la Virgen mengana, que si el ex convento zutano. Para muchos esto resulta igual de vigente que prestarle atención al Hi5 o a los modelos del StarTAC. ¿A qué viene tanta iglesia en pleno 2014?

Con frecuencia se olvida o ignora que durante siglos la vida en la capital mexicana estuvo regida por la Iglesia, que en el XVIII ésta poseía más de mitad del territorio, que sólo en el Centro de la Ciudad de México hay más templos católicos que en Antequera, la ciudad española con más iglesias (72 contra 36). Esto significa que si deseamos hurgar en el pasado de la Ciudad de México se vuelve necesario meter nuestras narices en el montón de iglesias que han sobrevivido a guerras, saqueos y desamparos. Ahí subsisten muchas pistas. Además, se trata de los edificios más antiguos: tenemos templos de 1524, aunque reformados más adelante, como la capilla de Santa Lucía en la Plaza de la Concepción o la iglesia de Santa María la Redonda en la colonia Guerrero, ambas en las inmediaciones de Garibaldi.



Capilla de Santa Lucía en la Plaza de la Concepción, DF. (Foto: Jorge Pedro Uribe Llamas)

Las iglesias le han dado nombre e identidad a barrios, a calles, a la ciudad entera. Albergan obras de arte notabilísimas. Evidencian las modas, las economías, las maneras de pensar, confirman eso de que la arquitectura es el testigo insobornable de la historia. Católicos o no, ¿cómo no vamos a querer asomarnos a todas? Hay quienes nos hemos mudado al Centro para estar cerca de las más sobresalientes. En el caso del que esto escribe, las iglesias vecinas son Santo Domingo y San Lorenzo: la primera con una interesante capilla dedicada al Señor del Rebozo y un Villalpando padrísimo en la nueva sacristía, y la segunda con el rediseño modernista de Mathias Goeritz.

Pero no sólo en las iglesias del Centro hay obras de arte dignas de una o varias visitas: en la Basílica de los Remedios, en Naucalpan, permanece la imagen religiosa más antigua de México; en la colonia Insurgentes Mixcoac existe una Capilla del Rosario sin parangón; y ni hablar del resto del país, en donde el patrimonio parece interminable: la fachada de San Sebastián de Analco en Guadalajara, los retablos de Santa Rosa de Viterbo en Querétaro, la pinacoteca virreinal de Cusarare en Chihuahua, ¡el interior de Santa María Tonantzintla en Puebla!
Sotocoro de Santa María Tonantzintla en San Andrés Cholula, Puebla. (Foto: Jorge Pedro Uribe Llamas)

Hablar hoy de emblemas franciscanos, monjas dominicas y misiones jesuitas equivale a recordar dentro de dos o tres siglos el logotipo de Chrysler o Google, a las grandes actrices del siglo XX y las sucursales de un banco.

¿Qué hacer si se quiere entrarle al asunto de las iglesias? Recorrer la pinacoteca de La Profesa (Isabel la Católica esq. Madero, col. Centro) un sábado entre 12:00 y 14:00 puede ser una buena idea. Recortar o copypastear esta página del periódico es otra.
Pinacoteca de La Profesa, en el Centro Histórico del DF. (Foto: Jorge Pedro Uribe Llamas)

(JORGE PEDRO URIBE LLAMAS)