‘Carta a Guadalupe Trigo’, por @ricardomraphael

… ay Guadalupe, desde esta orilla de la vida te saludo y te cuento que hoy, quienes seguimos enamorados del DF y tarareamos tu canción, somos acusados de masoquistas.

Mi ciudad ha cambiado desde que Viola y tú la cantaban. Me dirás que no fue hace tanto y sin embargo, en voz de Luis Miguel tiene notas del siglo diecinueve.

No me vayas a juzgar mal. Aquí nací. En la colonia Mixcoac. Sin embargo, mi ciudad, hace mucho que dejó de ser chinampa y del lago escondido no queda ya nada. Los nidos del cenzontle, si es que alguna vez los hubo, no se ven por ninguna parte. Se padece tanto ruido que en su cuna el niño tiene mucha dificultad para dormir. Aquel bosque de espejos es un muladar y antes de subir al castillo hay que derrotar el anafre de aceite hirviendo y los toldos improvisados sobre los puestos de tacos.

A nuestra ciudad le debo el insomnio, obra de una patrulla escandalosa que visita todas las madrugadas el OXXO frente mi casa. Y las bolsas de basura que ayer dejó caer un carro de la delegación, modelo 1977. Aquí la transa ya ganó la partida porque los constructores son dueños de los políticos, los permisos para obra son ilegales y la autoridad corrupta no quiere defender la ciudad.

Si vieras el tiradero que deja el tianguis de los jueves, el tráfico del Circuito Interior, el valet parking que usa mi calle como pista de carreras, los botes del viene-viene que acaparan más espacio del necesario, los topes sembrados con arbitrariedad, los baches que se multiplican, la segunda y tercera fila de automóviles fuera de la escuela de los niños, las banquetas fracturadas, la compradora de “refrigeradores, estufas, lavadoras, microondas o algo de fierro viejo que venda,” el retrato del delegado exhibido en todas partes gracias a mis impuestos, el cuerpo estrujado dentro de la estación Hidalgo, el chofer del micro que te asume ciudadano de quinta, los guaruras, sus armas, sus camionetas y su prepotencia.

Te cuento también sobre el jinete que arriesga la vida vendiendo botellas de agua en el Periférico, el valiente que sufre la salida a la carretera de Cuernavaca, el ruido de la Zaragoza, el caos de Indios Verdes, los gases contaminantes del vehículo oficial, los cables de luz que cuelgan sobre el asfalto, la llanta que ayer me robaron y hoy volví a comprar en la colonia Buenos Aires y el salario de miseria del chico que trabaja dentro del cuerpo del Doctor Simi.

Me quejo contigo Guadalupe y te confieso que hoy se necesita mucho tequila para ponerse a cantarle al amor.

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(RICARDO RAPHAEL / @ricardomraphael)