Crónicas chichimecas

Decía el escritor estadunidense Elbert Hubbard que “Todo hombre es tonto por lo menos cinco minutos al día”; la sabiduría consiste en no rebasar el límite”. Hoy quizás la sabiduría consista en que trates de que en esos cinco minutos ni estés en público, ni te estén espiando.

El golpe asestado al presidente del Instituto Nacional Electoral fue contundente y perverso. Una obra maestra de la más baja política que se practica en este país, basada en la intimidación a través de técnicas heredadas de regímenes totalitarios como el espionaje político y la manipulación de masas. Técnicas que, al parecer, muchos celebran y justifican si se llevan de corbata a “un político”, aunque este político sea el presidente del INE y estemos a unos días de las elecciones.

El efecto fue instantáneo. Lo que para Lorenzo Córdova fue un momento banal en una conversación privada con alguien de confianza, se convirtió en un atentado “a todos los pueblos indígenas” para millones de personas que han escuchado el audio y que se han sumado indignadas al linchamiento, exacerbado por algunos medios como TV Azteca, como si nadie fuera racista y clasista en México, como si no tuviéramos una perenne doble moral.

Para alguien más, el Titiritero de esta historia, en teoría anónimo, todo lo sucedido es simplemente el cobro de una factura pendiente y una advertencia de las facturas que vienen si el INE le sigue haciendo algo a alguien que no le está gustando, que en teoría no sabemos quién es.

Pero aunque no sabemos quién es, no está de más recordar las varias multas que el Instituto ha aplicado al Partido Verde por sus sistemáticas violaciones a la ley y la revisión a las demandas de que le sea retirado su registro, misma que comenzó un día después de la difusión de la llamada de Córdova.

Indigna la discriminación, pero me parece igual de indignante la violación a la privacidad que es un derecho de todos. Preocupa pensar que los sistemas de inteligencia del gobierno están funcionando a favor de los intereses de un partido político, pero preocupa mucho más pensar que los mismos partidos políticos cuentan ya con sistemas de inteligencia capaces de poner en jaque al INE y que pronto ese modo de intimidar y de desarmar a cualquier persona quede legitimado y sea socialmente aceptado como en la Alemania de la “Stasi”, momento que narra la película La vida de los otros, que refleja el cruel espionaje al que eran sometidos ciertos sectores de la sociedad, empezando por los círculos políticos.

No deja de sorprender que Lorenzo haya dejado pasar en su actuar como presidente del INE algunos mecanismos del poder que describe su padre Arnaldo Córdova en ese libro fundamental llamado: La formación del poder político en México.

Concluyo pensando que quizás habría que adaptar a estos tiempos la frase de Hubbard con la que inició este texto y decir que toda sociedad puede ser tonta por cinco minutos, pero la sabiduría consiste en no ir a votar en ese tiempo.

Y así, mientras el presidente del INE se mofa en privado de un indígena por su modo de hablar, el duopolio PRI-Partido Verde se burla de todos los mexicanos. Y lo hace en público. Y lo va a seguir haciendo. Más aún con un Instituto Nacional Electoral debilitado que pronto será incapaz de señalar las violaciones de los partidos por temor a las represalias políticas.