“De futbol y anomalías”, por Guadalupe Nettel

El futbol, nos dice Juan Villoro, tiene la rara cualidad de devolvernos a los domingos de la infancia. Yo fui una niña futbolera. No sólo me gustaba salir a la plaza a jugar con mis vecinos sino que cada sábado pasaba la mañana en la cancha de México Soccer situado, en esa época, en el club deportivo Villa Olímpica. No era buena pero mi mediocridad no hacía mella en la pasión que sentía por el juego. Mi máximo anhelo no consistía en meter cinco goles sino en salir de la banca.

Cuando esto ocurría, los niños me miraban como un engendro de la naturaleza y gritaban indignados vituperios contra las mujeres pero eso tampoco me amilanaba. Llevaba toda mi vida siendo un bicho raro, así que serlo también en el futbol no resultó sorpresivo ni desalentador.

La historia del futbol puede verse como la de las trasnacionales, la de los millones de euros gastados en el espectáculo pero puede verse también como la de la resistencia contra las normas de lo políticamente correcto y el aferramiento a que acontezca lo imposible.

El futbol es el espacio donde cobran forma los actos más descabellados que puede cometer un ser humano. Es también el deporte con los aficionados más extravagantes del mundo. Hay toda una cultura del futbol underground o marginal que a mí me interesa y en ese sentido dos equipos me han resultado entrañables: la Unión de curtidores, al que seguía de niña en sus dramáticos vaivenes entre la primera y la segunda división, y la selección mexicana, siempre al borde de la tragedia, especialista en crear suspenso cuando se trata de calificar a la copa del mundo e imprevisible en la cancha como cualquier bipolar que se precie.

Además de los equipos border, están todos los personajes contrahechos que han logrado brillar internacionalmente como en el caso de Garrincha quien tenía una pierna seis centímetros más corta que la otra, los descensos estrepitosos de los héroes como Maradona por no hablar de las mil historias de virtuosos fracasados que escuchamos entre los amigos.

Carlos Drummond de Andrade decía: “Si hay un dios que rige el fútbol, ese dios es sobretodo irónico y farsante”. Basta fijarse bien para ver que el dios irónico del futbol tiene también su propio sentido de la justicia y recibe en su gloria a quienes más desahuciados parecen.

El documental de Sergi Agustí La meva imatge sencera sobre los mutilados de Sierra Leona que encontraron un sentido para seguir viviendo gracias al futbol que juegan maravillosamente con muletas. Su juego transmite el gozo y la emoción de los buenos partidos. Al contrario de jugadores como Julio Alberto o Maradona u otros héroes convertidos en monstruos, estos son monstruos que se convierten en héroes. Lionel Messi es el caso paradigmático.

Muchos de los niños con los que jugaba de niña crecieron y se casaron con chicas mexicanas o de otras nacionalidades. Varios han tenido hijos y muchos se han separado de sus parejas. ¿Cómo hace un niño para decantar su afición en familias como esas? Antes resultaba imposible irle a varios equipos.

Ahora un niño le va a México porque nació aquí, a Argentina porque es el país de papá y a Uruguay porque es el de mamá. En mi casa los míos se visten de verde cuando juega la selección mexicana y de albiceleste cuando lo hace la argentina. Para desmarcarse de la presión mi hijo mayor decidió incorporar a Italia en sus aficiones. Para muchos se trata de una aberración.

Cuando los ven con otra camiseta algunos compatriotas se me acercan y dicen lo más discretamente posible: “Vas a tener que remediarlo.” Yo no digo nada. Hace más de dos años que el padre de mis hijos y yo decidimos vivir en casas separadas para dejar de pelearnos. No será por esto que volvamos a las andadas.

Sin embargo, nos ha ocurrido reunirnos para ver un partido con los hijos y apoyar a cualquiera de las selecciones involucradas en nuestra genealogía. En paz, para sorpresa de todos los observadores.

Así, los imposibles no sólo ocurren en la cancha. También para los que seguimos los partidos desde el sofá de la casa o desde las cantinas, el mundial siempre depara algún milagro.

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(GUADALUPE NETTEL / [email protected])