“De la Nápoles al Mundo”, por @Warkentin

Local goes global.

Elegir dónde vivir es la materialización de un punto de vista. Así haya sido impuesto. Y en la transformación zigzagueante de una ciudad como el DF, elegir dónde vivir también apela a la suerte de estar en el borde de la híper-modernidad o en el centro de la marginalidad perpetuada.

A la Ciudad de México la conozco más o menos bien, en diferentes etapas. Y siempre he dicho que es mi lugar preferido para vivir. Amores son amores, y esos no se niegan (ni aunque el equipo pierda).

Hace un par de años me mudé a vivir a la Colonia Nápoles. Fue una decisión más por descarte. Meses de buscar algo digno y no caro, en departamentos con paredes de cartón y vista a los calzones del vecino, nos terminaron orillando a la orilla de esa colonia. Me hice de un pequeño espacio, amable, con vista eterna. Siguió la apropiación del barrio: calles recorridas, panaderías identificadas, parque asumido, taquerías clasificadas, vecinos saludados. Lo que hacemos cuando vivimos en un lugar que no sólo tiene casa y calles (disculpen, suburbios, pero sí es personal), sino también intentos de convergencia urbana.

Dos años no son mucho, y sí. He podido mirar a la Nápoles de cerca y creo que mucho de lo que ahí sucede refleja lo que le pasa a la ciudad: construcción indefinida de edificios (sin estacionamiento ni servicios garantizados); comercios que abusan de calles, banquetas y voluntades; desarrollos comerciales que sólo se miran a si mismos (en torno al Pepsi Center hay ya tal caos, que una breve caminata se convierte en deporte extremo); asaltos en calle, en casa, en negocio, con o sin balazos, ¡lo que sea su voluntad, señor!; un parque desbordado de todo; ciclovía mal diseñada (pero con lógica discursiva: que conste en actas que estoy a favor de ella). También he visto florecer negocios amables, calles tomadas con alegría, el parque lleno de niños y familias y música y tango nocturno, esquinas enchuladas y vecinos orgullosos, bicicletos con pasión denunciando la “desurbanización agresiva”. Y tenemos, claro, la voz del barrio en esa cuenta eternamente retuiteadora que es @LaNapolesDF. Contrastes que no encuentran cómo hablarse.

Si local goes global deberíamos entender mejor lo que le pasa a las colonias que, de la noche a la mañana, se descolocan. No sé si la Nápoles todavía pueda encauzar ruta (Delegado Rohe, are you there?), pero no podemos no intentarlo.

Al final, es lo que tenemos.

(GABRIELA WARKENTIN)