“De Safari por Tepito”, por @warkentin

Lo único que no vi fueron las cebras. O quién sabe.

La cita es bajo un reloj en un andén del metro Lagunilla. Pasadas las cuatro de la tarde, domingo. A darle, pues. Dura entre 4 y 5 horas (terminaron siendo casi 6). Pero al fin es domingo.

Safari en Tepito fue una coproducción de varias instancias (SEGOB, Secretaría de Cultura del DF, la Embajada del Reino de los Países Bajos, Teatro El Milagro, etc.), bajo la dirección de Daniel Giménez Cacho. Por lo tanto comencemos por resaltar lo obvio: es una RE-PRE-SEN-TA-CIÓN, una intervención escénica. No pretende mostrar “el verdadero Tepito”; busca una inmersión temporal para percibir otras dinámicas de las realidades de urbes complejas (como la Ciudad de México). Entiendo que el concepto mismo de “Safari” es polémico (mucha tinta corrió para denunciar que se trata de una visión post-colonialista que denigra al “otro”), y tal vez para evitar esa polémica (que estorba) habría valido la pena otro título. O no. Que a final de cuentas, en la sociedad de la conversación, ninguna burbuja simbólica queda satisfecha. Nunca.

Yo me la pasé muy bien. No es la primera vez que voy a Tepito (hasta mi abuela reconocía orgullosa “haber nacido en La Lagunilla”), pero el Barrio Bravo siempre permite renovadas primeras veces. Y este domingo salí del metro, con los otros “espectadores” convocados y la actriz que guiaba al grupo. Caminamos caminamos caminamos, por el mercado a través del patio entre la gente, llegamos a una casa entramos nos sentamos vimos una puesta en escena con la actriz y la dueña de la casa, salimos, caminamos caminamos caminamos, llegamos a la Iglesia cruzamos plazas y un mercado más puestos niños gente, nos trepamos a unas motos, recorrimos calles y plazuelas y Tlatelolco, por ahí caímos en Peralvillo 15, cambiamos de guía, ahora un actor nos acompañó a lo mismo pero del otro lado, caminamos caminamos caminamos, ya de noche el mercado levantado toneladas de basura con su música y las chelas y la gente, llegamos a una casa entramos nos sentamos vimos una puesta en escena con el actor y la señora de la casa, comimos, salimos caminamos caminamos caminamos, un poco de danzón, otra vez sobre las motos, y la clausura en un centro cultural (con todo y Giménez Cacho y los embajadores de los Países Bajos y el Subse Campa y la bandota de locales y fuereños). Llegué a mi casa ya muy entrada la noche. Contenta, estimulada, agradecida de haber estado.

El Safari no es Tepito. El Safari somos nosotros.

#queserepita

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 (GABRIELA WARKENTIN / @warkentin)