Duarte, el rey del carnaval; por @wilberttorre

Estuve en Veracruz, pedacito de patria que sabe sufrir y cantar. Vi militares en la playa con fusiles en brazos al lado de donde unos niños alzaban castillos de arena y no pude dejar de pensar en la anormalidad de un estado bipolar que vive entre la eterna parranda de un gobernador, que si no tiene se inventa eventos para disfrazar una realidad infame de muertes y desapariciones de gente común y de periodistas que dedicaron sus esfuerzos a denunciar hechos que incomodaban al poder.

 A golpes de dinero el gobernador Javier Duarte se ha erigido como un representante singular (muy evolucionado) del político mexicano populista y cooptador de voluntades. No hay festival ni cumbre que escape a su uso político y a sus ambiciones de convertir a Veracruz, así sea por días y en esos comunicados oficiales que tan bien se venden en la prensa, en un simulado paraíso de paz, en una etérea capital mundial de la cultura, las artes y la política.

En diciembre, Duarte echó mano de los aguinaldos de la burocracia estatal para financiar la Cumbre Iberoamericana que reunió a 20 jefes de Estado. Antes destinó millones a los juegos centroamericanos y al Hay Festival de literatura, que por cuatro años se ha llevado a cabo en Xalapa, un foro que ha servido para que escritores importantes hablen sobre la coartada libertad de expresión en Veracruz y desde luego para que el gobierno del Estado se pare el cuello diciendo: “Esto es la Atenas de México. Aquí no pasa nada”. (LEE LA COLUMNA: LA CONTROVERSIA POR EL HAY FESTIVAL)

Aquí no pasa nada: Duarte es el campeón de la fábula mexicana del garrote y la zanahoria. Millones y millones del presupuesto estatal sirven para pagar propaganda en medios y como un instrumento de presión para que no se investigue, no se hable, no se publiquen ciertas cosas.

Hace unas semanas apareció en Veracruz el cuerpo de una persona a la que las autoridades se apresuraron a identificar como el periodista Moisés Sánchez Cerezo (contra el desacuerdo de sus familiares) y con una prisa aún mayor (cualquier parecido con la investigación Ayotzinapa es sólo coincidencia) apareció un informante que dijo haber escuchado que un alcalde (panista por cierto, nunca priísta, otra coincidencia) había ordenado asesinar al reportero. (TAL VEZ TE INTERESE: MOISÉS SÁNCHEZ, EL SUBVERSIVO)

Once periodistas han muerto durante el gobierno de Duarte y cuatro más han desaparecido. Eran reporteros cuya tarea contribuía al derecho de la comunidad a estar informada, y como en el caso de Regina Martínez, corresponsal de Proceso asesinada, las investigaciones y sus resultados han despertado dudas y sospechas.

¿Este Veracruz parece la Atenas mexicana? Sólo en la cabeza (y el presupuesto) del gobernador que es eterno rey de su propio carnaval.

(WILBERT TORRE)