‘El día en que Mamá Rosa nos exhibió’, por @warkentin

De pronto, la “liberación” de más de 500 personas “esclavizadas” se convirtió en la nota del día.

Andábamos en la resaca post Mundial cuando nos cayó encima una avalancha de imágenes de niños sucios, baños putrefactos, instalaciones derruidas, comida podrida. Y hasta el Procurador General de la República, Jesús Murillo, no tan dado a aparecer en medios, ahora sí listo para explicar una y otra vez la importancia de este “decomiso humano”.

Recordemos: 15 de julio, vistoso operativo, albergue La Gran Familia en Zamora, Michoacán. Informe: más de 500 personas, desde recién nacidos hasta adultos, hacinadas en condiciones infrahumanas. Se habló de vejaciones (desde privación de la libertad hasta abuso sexual). Se habló de “Mamá Rosa”: Rosa del Carmen Verduzco, fundadora del albergue en 1947 y ahora señalada como responsable de lo que dentro del lugar sucedía. Por acción u omisión. Se habló.

Vinieron las reacciones. Para muchos, un operativo de esa magnitud, con militares y su respectiva parafernalia, parecía un golpe a la retina racional. ¿De plano había sido necesario? ¿Así? Sonaron voces de connotados en defensa de “Mamá Rosa” y su labor de apoyo a niños abandonados o violentados. Bartra, Lydia Cacho, Krauze, Le Clézio, Jean Meyer, Poniatowska, Ruy Sanchez, Sicilia, Woldenberg, Zaid, Villoro…  todos en reconocimiento a la labor de Rosa Verduzco y en exigencia de trato digno para la implicada. En resumen: si hay delitos, que se persigan y castiguen. “Pero el exceso mostrado en operativo y detención sólo habla de una narrativa de revancha.” Otras voces reclamaban lo contrario: que lo exhibido era muestra suficiente para hablar de delitos mayores, de los cuales “Mamá Rosa” no podría desentenderse. Que es culpable. Punto.

Digo, por tanto, que  “Mamá Rosa” nos exhibió a todos. Porque evidenció que ella llevaba años haciendo lo que en realidad le toca al Estado (procurar a los niños, atender la violencia familiar y el abandono, etc.). Porque quedó claro que, por omisión u acción, no había habido una mayor supervisión a lo que sucedía en La Gran Familia, para prevenir y castigar cualquier acto indebido. Porque mostró que hay una opinión pública que se antagoniza sin esfuerzo. Porque echó luz sobre una red, una más, de todas las complicidades enrarecidas. Y porque nos recordó que somos víctimas de la coyuntura y reacios a construir contextos.

Nadie puede negar la descomposición de La Gran Familia. Ni su fundadora.

La realidad rebasó a Mamá Rosa. Es evidente.

¿Nos habrá rebasado a todos?

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(GABRIELA WARKENTIN / @warkentin)