El elefante chilango

La inseguridad en la capital del país es el elefante en la sala que todos ven pero del que nadie quiere hablar.

Los datos ahí están. Durante el primer semestre de este año se cometieron 15% más de homicidios dolosos que en el año anterior, y el recuento de muertes coloca al periodo de enero a junio como el más violento en más de 15 años.

A esa imagen se suman – según ha reportado el diario Reforma – las denuncias de extorsiones a comerciantes en diversas colonias, así como los homicidios de alto impacto como los asesinatos en una taquería en Mixcoac, los baleados en la Gustavo Madero, y claro, las personas colgadas o encobijadas de las últimas semana.

Sin duda la violencia es un problema creciente en la capital, al que hay que agregar otro muy grave: la negación por parte de las autoridades. Porque ante estos eventos, la respuesta cajonera del gobierno del DF es que son hechos aislados, que no hay crimen organizado en la capital, y que la violencia no está desbordada.

Se entiende parcialmente que no quieran admitir lo contrario. La inseguridad, en una de sus dimensiones, es también un fenómeno de comunicación y reconocer que hay narcotráfico, extorsiones y ejecuciones en el DF, puede ser un mensaje aterrador para muchos.

Pero hay una línea entre tratar de no generar miedo y negar la realidad. Porque como ha apuntado Ernesto López Portillo, director de Insyde – un think tank especializado en temas de seguridad- cuando una autoridad niega la realidad, en vez de tranquilizar, altera aún más. Porque para atender un problema lo primero es reconocer que existe y la estrategia del GDF ha apostado por la ruta contraria al minimizar y descalificar a quien ha advertido que algo serio está pasando en la ciudad.

¿Cuánto tiempo más podrá mantener el GDF esta estrategia?, ¿hasta el próximo crimen que salte a las primeras planas?, ¿hasta el siguiente reporte oficial de homicidios? El tema tarde o temprano volverá a la agenda y más vale que se preparen para enfrentarlo.

Con un apunte final, a la negación del GDF parece acompañarle el silencio del Gobierno Federal, presto a mirar para otro lado como ha hecho con otras entidades en problemas, y una ciudadanía que parece tan envuelta en su propia realidad que no ha sido capaz de alzar la voz ante este evidente problema.

Por el bien de todos, más vale que despertemos pronto y hablemos de ese elefante llamado inseguridad, aunque nos angustie reconocer que hoy está aquí entre nosotros.