El gobierno que las élites merecen, por @guillermosorno

El domingo pasado, poco antes de la entrega de los Oscar, una familia franco mexicana se sienta a comer. Han invitado a un par de amigos a la mesa. La conversación gira en torno a las élites. Una de las hermanas de esa familia ha vivido en México desde hace muchos años: sus hermanos, en cambio, viven en Estados Unidos y Francia.

Los extranjeros se horrorizan con los relatos. Por ejemplo, no entienden por qué los Legionarios de Cristo siguen educando a las élites después de los escándalos de su fundador y cómo es posible que la gente siga enviando a sus hijos a esas escuelas. Alguien habla de la corrupción entre los profesores de las escuelas de los Legionarios, que pasan a los chicos a cambio de una cierta cantidad de dinero.

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Para seguir con la educación, alguien más habla de la falta de exámenes pre universitarios y cómo, en realidad, la mayoría de las universidades privadas son al final del día sólo un club de relaciones futuras. Alguien aporta datos del Colegio Americano y la capa de guaruras que cubre la entrada de la escuela.

En el terreno de los negocios las anécdotas que salen son estas: no hay una sola mujer como directora de un consejo de administración o directora general de alguna empresa importante; casi todas las empresas públicas son controladas por las propias familias de los fundadores. Las élites mexicanas son particularmente iletradas, dicen. En una ocasión llegó un premio Nobel de literatura a vacacionar a un resort de clase alta en la costa del Pacífico, pero ningún mexicano tomó nota.

Las anécdotas se multiplican sobre el poder ilimitado de algunos empresarios, la corrupción política, la violencia y la desigualdad; la tarde cae y los invitados a la comida se levantan de la mesa pues tienen planes de llegar a su casa a ver los premios Oscar.

Alejandro González Iñárritu recibe el premio y ruega de que podamos construir el gobierno que merecemos. El PRI responde y dice que más que merecerlo, estamos construyendo un mejor gobierno.

Uno de los invitados a la comida cierra los ojos y piensa que no, que las élites mexicanas ya tienen el gobierno que se merecen.

 

( Guillermo Osorno)